domingo, 29 de octubre de 2017

Drusila, la predilecta de Calígula

Aunque Calígula estuvo casado en cuatro ocasiones ninguna de sus esposas le importó tanto como su hermana Drusila, una de las únicas personas a las que amó sinceramente, hubiera o no incesto, algo que, como ya apunté, no mencionan los escritores contemporáneos a Caligula. No obstante, es normal que la devoción tan apasionada que inspiraba Drusila en el emperador diera lugar a habladurías en una sociedad romana tan poco propensa a demostrar los afectos en público.

Julia Drusila. Siglo I d.C. Munich. Gliptothek


          Julia Drusila nació durante el año 16 d.C. (por tanto era 4 años menor que Calígula). Al igual que sus hermanos y hermanas tuvo una infancia convulsa marcada por la muerte prematura de su padre Germánico y la caída en desgracia de su madre y sus dos hermanos mayores. A la muerte de éstos se trasladó junto con sus hermanas a la casa de su abuela Antonia la Menor. A ellos se unió Calígula en el año 29 d.C., al morir la emperatriz Livia con quien vivía.
Suetonio apunta que bajo el techo de su abuela ambos adolescentes de 17 y 13 años fueron sorprendidos por aquella mientras mantenían relaciones íntimas. Es algo muy poco probable, pues una matrona tan severa como Antonia (que no dudó en dejar morir de hambre a su propia hija Livila acusada de haber matado a su marido) no hubiera dejado de aplicar un castigo ejemplar ante ese tipo de conductas tan censuradas en la Roma Antigua.
Con 18 años, Drusila se casó por orden de Tiberio con Cayo Casio Longino. Ya muerto el viejo emperador, Calígula la obligó a divorciarse y a casarse con su íntimo amigo Marco Emilio Lépido, con quien se rumoreaba que el emperador había tenido una aventura. Ambos se trasladaron a vivir al Palacio imperial. Se piensa que este matrimonio era una farsa pues al entregar a Drusila a un marido totalmente afín a él, Calígula dictaba el comportamiento de Lépido hacia su hermana. Durante su enfermedad, el emperador al nombrar como su heredera a Drusila en lugar de a Lépido dejo bien claras sus preferencias.

Calígula (Malcolm MacDowel) y Drusila (Teresa Ann Savoy ) en un fotograma del film Calígula, 1979

Mucho es lo que se ha escrito en época moderna sobre la relación entre Calígula y Drusila, pero las fuentes antiguas cuentan bien poco. Ni siquiera está claro cómo murió la joven con sólo 22 años durante el año 38, aunque la versión más aceptada es que murió a causa de las fiebres provocada por alguna epidemia de las que asolaban Roma con frecuencia. No tienen ninguna credibilidad las versiones que en la actualidad acusan a Calígula de haberla asesinado él mismo. De hecho algo que sí recogen las fuentes antiguas es la gran desolación que sintió el emperador ante la muerte de su adorada hermana, circunstancia que no ayudó mucho al frágil equilibrio mental de Calígula en esta época. No asistió al entierro porque era incapaz de soportar ver el cuerpo de Drusila devorado por las llamas; por ello se retiró a una de sus fincas a las afueras de Roma y después vagó por Sicilia y Campania.
“Una vez muerta (Drusila), ordenó un luto público, durante el cual se consideró un delito capital haber reído, haberse bañado o haber comido con los padres, la esposa o los hijos. Incapaz de soportar la tristeza, huyó, además de Roma una noche de repente y, después de haber atravesado Campania a la carrera, se dirigió a Siracusa, de donde regresó rápidamente con la barba y el cabello sin cortar” (Suetonio. Vida de Calígula. 24, 2).


Busto de Calígula. Siglo I d.C. . Los Ángeles. Getty Museum. 
Fotografía de Bill Storage, Laura Maish, John Pollini y Nick Stravrinides

Mientras, un senador declaró que había visto a Drusila ascender a los cielos. Calígula  le concedió una generosa recompensa y divinizó a su hermana oficialmente, algo negado hasta ese momento por su bisnieto a la más grande emperatriz, Livia (fue deificada por Claudio 3 años después). Se erigieron estatuas de la infortunada joven por toda Roma mientras la sensación de tristeza obligada asfixiaba a la ciudad. Un hombre que vendía agua caliente para añadir al vino fue ejecutado por atacar a la dignidad imperial. Séneca relata que el pueblo romano “no estaba seguro de si Calígula quería que se llorara a su hermana o la adorarán” y, mientras, temblaba de miedo ante la devastadora pena de Calígula quien sintiéndose infeliz más detestaba la felicidad de los demás.

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