Pirámide de Cestio. Roma 2011
La conquista de Egipto
en 30 a .C.
provocó en la sociedad romana una auténtica egiptomanía de la que no se vio
libre ni siquiera el mismísimo conquistador del país, el futuro Augusto, que
nada más volver a Roma, impresionado del anhelo egipcio de búsqueda de la
inmortalidad comenzó a edificar algo tan poco romano como un inmenso Mausoleo
(el más grande del Mediterráneo) en el Campo de Marte para que albergara tanto
sus cenizas como la de todos los miembros de la familia imperial. Esta
costumbre fue copiada por algunos nobles, como Cayo Cestio, que fue más allá
incluso que el emperador, al construirse como sepulcro una pirámide, el símbolo
más sagrado del país del Nilo, a las afueras de la Ciudad Eterna.
Interior de la cámara funeraria
Inspirada en el modelo
egipcio, la pirámide de Cestio (datada entre el 18-12 a .C.) mide 29,50 metros en la
base x 36,40 metros
de altura por lo que visualmente da la sensación de desproporción, estando
realizada en mampostería revestida de mármol. Considerada en la Edad Media como la
tumba de Remo con posterioridad en el siglo III d.C. fue incluida en la muralla
Aureliana. Las inscripciones conservadas en ambos lados del monumento funerario
confirman tanto su atribución a Cayo Cestio como la duración de su construcción
(330 días). En el lado oeste se abre una pequeña puerta por la que se accede a
la cámara funeraria, una cámara sencilla rectangular cubierta por una bóveda de
cañón. Las paredes estaban decoradas con pinturas murales del tercer estilo,
copiadas en 1660 por Pietro Santi Bartoli, hoy desaparecidas. Hoy en día su
interior no se puede visitar a no ser con permisos especiales.
Grabado de la Pirámide Cestia junto a la Porta di San Paolo
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