miércoles, 30 de abril de 2014

Marco Antonio. 2ª Parte

Marco Antonio y Cleopatra

         Ríos de tinta se han escrito sobre la relación entre Marco Antonio y Cleopatra: ¿se trataba de política? ¿se trataba de amor?. Por supuesto que lo que los unió desde el principio fue la política: ella, necesitaba una alianza fuerte con Roma para seguir manteniendo un trono que desde hacía décadas era sólo de paja; él, precisaba el oro de Egipto para poder vencer a los partos; a ello se sumaba la mutua ambición de hacer realidad el sueño de Alejandro: un imperio oriental cuya capital fuera Alejandría. Sin embargo, con el paso de los años también llegaría el amor.
Ambos, de carácter ingenioso y con gran sentido del humor, compartían una vida dominada por un fuerte hedonismo. Cleopatra tenía una mentalidad muy diferente a la de las recatadas matronas romanas, más acorde con el temperamento de él, por lo que no dudó en inventar para Marco Antonio todo tipo de placeres ya fueran sexuales o de ocio: participaba en todas las actividades que él practicaba ya se tratara de pesca, escapadas por Alejandría disfrazados de gente común o acudir a contemplarlo cuando realizaba sus ejercicios físicos y militares….en resumen, colmaba la  necesidad imperiosa que tenía él de sentirse querido e importante. Cuenta una anécdota que en uno de los frecuentes banquetes que ella organizaba en su honor, la reina disolvió en vinagre una perla valorada en 10 millones de sestercios para demostrarle al general que era capaz de organizarle la cena más cara de la historia. Nadie nunca había mostrado a Marco Antonio una devoción así.


Cleopatra disolviendo la perla en el vino. Andrea Casali. Siglo  XVIII. 

         Sin embargo, él no dudó en abandonarla la primera vez que convivieron juntos en Alejandría (entre los años 41 y 40 a.C); estuvieron separados durante cuatro años en los que el triunviro no sólo contrajo matrimonio con Octavia, la hermana del futuro Augusto en un matrimonio que debía asegurar la paz entre ambos, sino que no envío ni una sola carta a Cleopatra durante ese periodo ni se interesó por los gemelos que ella había dado a luz al poco de marchar él. Por eso, la reina cuando Antonio volvió a requerirle ayuda en el año 37 a.C. le exigió una serie de prerrogativas que lo alejarían definitivamente de Roma, al no estar en posición de negarle nada.

Moneda de Marco Antonio y Cleopatra

          Marco Antonio y Cleopatra se suicidaron en el 30 a.C, abandonados por todos, después de ver caer Alejandría en manos de Octavio. Él se arrojo sobre su espada al creer que ella había muerto; ella lo siguió un mes después tras intentar asegurar la vida de sus hijos. Hay quien dice que pretendió seducir a Octavio; me cuesta creerlo pues conociendo la inteligencia de la reina debía conocer perfectamente que el vencedor de Accio aborrecía el lujo y la sensualidad oriental y que era un hombre al que no dominaba más pasión que su amor por Roma. Su último acto en este mundo fue una petición al amo de mundo: recibir sepultura junto a Marco Antonio. “Que la eternidad sea para los dos o no sea para ninguno”. (Terenci Moix. No digas que fue un sueño). El futuro Augusto consintió y le organizó un entierro digno de su alcurnia, en un gesto que volvía a revelar su grandeza.

Cleopatra y Marco Antonio moribundo. Battoni Pompeyo Girolame.siglo XVIII

         Política por encima de todo, pero amor también, si bien entendido a la manera de hace 2.000 años. De ello da fe Plutarco en sus Vidas Paralelas al relatar la muerte de Antonio, texto conmovedor que hace creíble el hecho de que el autor fuera totalmente contrario a Cleopatra llegando a denominarla como “la más terrible peste que podía asolar a Antonio” (Vida de Antonio. 36).
“Informado de que la reina  vivía, pidió con encarecimiento a los esclavos que le tomaran en brazos, y así lo llevaron a las puertas de aquel edificio. Cleopatra no abrió la puerta, sino que, asomándose por las ventanas, le echó cuerdas y sogas con las que ataron a Antonio; ella tiraba de arriba con otras dos mujeres, que eran las únicas que había llevado al sepulcro. Dicen los que presenciaron este espectáculo haber sido el más miserable y lastimoso, porque le subían del modo que referimos, bañado en sangre, moribundo, tendiendo las manos y teniendo en ella clavados los ojos. Porque la obra no fue tampoco fácil para unas pobres mujeres, sino que Cleopatra misma, alargando las manos y descolgando demasiado el cuerpo, con dificultad pudo tomar el cordel, animándola y ayudándole los que se hallaban abajo. Luego que le hubo recogido de esta manera y que le puso en el lecho, rasgó sobre él sus vestiduras, se hirió y arañó el pecho con las manos, y manchándose el rostro con su sangre, le llamaba su señor, su marido y su emperador, pudiéndose decir que casi se olvidó de los propios males, compadeciendo y lamentando los de Antonio. Hízola éste suspender el llanto, y pidió le dieran un poco de vino, o porque tuviera sed, o esperando acabar así más presto. Bebió, y la exhortó a que, si podía ser sin ignominia, pensara en salvarse, poniendo de los amigos de César su mayor esperanza en Proculeyo; y en cuanto a él, que no llorase por las mudanzas que acababa de experimentar, sino que antes le tuviese por dichoso, a causa de los grandes bienes que había disfrutado, pues había llegado a ser el más ilustre y de mayor poder entre los hombres; y si entonces era vencido, lo era noblemente romano por romano” (Plutarco. Vida de Antonio, 77). Con su último aliento Marco Antonio reivindicaba su romanidad.

La muerte de Marco Antonio. Ernest Hillemache. 1863.Grenoble. Musée des Beaux-Arts

Sin embargo, no fue suficiente pues de manera póstuma el Senado revocó todos los poderes que aún tenía, declaró maldito el día de su nacimiento, ordenó destruir todas sus estatuas a la vez que se decretó que nunca más nadie de la gens Antonia volviera a llevar el praenomen Marco. Su recuerdo fue sepultado en la memoria del tiempo por una Roma, incapaz de perdonar a quien un día pretendió mermar su supremacía, que borró su nombre de todos sus monumentos y calles, algo que ha mantenido hasta nuestros días. 
De ahí la dificultad para saber de manera fidedigna cómo era realmente Marco Antonio. No hay ninguna escultura identificada como suya con total claridad y aquellas que se le atribuyen son tan diferentes entre si que es difícil hacerse una idea.  Sólo las monedas y las descripciones de las fuentes nos permiten aproximarnos a él. Carente de la delicada belleza de Augusto, era un hombre de gran atractivo: alto, fuerte, musculoso, poseedor de un físico excepcional que él no dudaba en explotar vistiendo túnicas ajustadas y mostrando su desnudez cada vez que tenía ocasión. Tenía la frente despejada así como la nariz aguileña y cuando se dejaba crecer la barba, ésta era muy poblada.

Supuesto retrato de Marco Antonio. Siglo I a.c. Roma. Museos Capitolinos 

          Su carácter era prepotente, altanero y a veces lo dominaban ataques de ira cercanos a la locura pero también era extrovertido, dicharachero, muy amigo de sus amigos y aunque rozaba muchas veces la vulgaridad, esto le unió a sus soldados profundamente que lo consideraban uno más entre ellos; aficionado a la juergas y a las orgías interminables gustaba identificarse con Dionisio (dios del vino, la locura ritual y el éxtasis). No tenía problemas en comer y beber ante todo el mundo, presentarse vomitando en cualquier reunión a causa de las borracheras o a meter  en su cama a cualquier mujer, casada o no, costumbres que exasperaban a la alta sociedad romana. A ello se sumaba un amor por la ostentación que le  llevó incluso a pasear en una carroza junto a su amante de turno, la actriz Citeris tirada por leones acompañado de prostitutas y efebos. No obstante, lo que más irritó a los romanos fue que adquirió la casa que había pertenecido a Pompeyo Magno, negándose a pagar por ella, alegando que el Estado estaba en deuda con él.

Ritos Dionísiacos. Siglo I a.C. Pompeya. Villa de los Misterios. 2013  

         En cuanto a sus matrimonios y descendencia, se casó cuatro veces con mujeres romanas: con Fadia, con su prima Antonia Híbrida (con la que tuvo una hija Antonia), con la pasional Fulvia (tuvo dos hijos, Antillo y Julio Antonio) y con la dulce Octavia con la que tuvo dos hijas: Antonia Maior y Antonia Minor (madre del emperador Claudio). De su matrimonio egipcio con Cleopatra tuvo tres hijos: los gemelos Cleopatra Selene y Alejandro Helios y  Ptolomeo Filadelfo.
Una pequeña revancha desde ultratumba se tomó Marco Antonio ya que su descendencia perduró más allá en el tiempo que la de Augusto: los futuros emperadores Calígula (bisnieto de ambos) y Nerón (tataranieto de ambos), heredaron las excentricidades y el gusto por lo oriental de Antonio; por su parte Claudio (sobrino nieto de Augusto y nieto de Marco Antonio) se identificaba más con el Príncipe. En cuanto a sus otras hijas, la gemela Cleopatra Selene fue dada por  Augusto en matrimonio al rey Juba II de Mauritania, llegando a ser reina y estableciendo allí una dinastía que terminó cuando Calígula mandó asesinar a su primo Ptolomeo de Mauritania. Por su parte, su primera hija Antonia casó con Fitodoro de Tralles convirtiendo  a Antonio en antepasado de reyes y reinas de Asia.



En relación a la literatura, William Shakespare recuperó su recuerdo en sendas obras: Julio César (1599) y Antonio y Cleopatra (1606). Por su parte en cine, la figura de Marco Antonio ha sido interpretada por actores de reconocido prestigio entre los que destacan Marlon Brando en Julio César de Joseph Manckiewicz (1953), Richard Burton en Cleopatra nuevamente de Manckiewicz (1963) y Charlton Heston que protagonizó y dirigió Marco Antonio y Cleopatra (1972).


Marlon Brando, Richard Burton y Charlton Heston como Marco Antonio

          Sin embargo, para mí, es en televisión donde se ha llevado a cabo la mejor interpretación de Marco Antonio, realizada por James Purefoy en la serie Roma (2005-2007). Este actor británico capta genialmente la esencia del general romano dando vida a un personaje muy fidedigno, según la idea que podemos a hacernos de él a partir de los datos históricos.

James Purefoy como Marco Antonio. Fotograma de la serie Roma

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