La historiografía
clásica encabezada por Tácito, Plinio el joven, Dión Casio y Suetonio es abiertamente hostil a Domiciano, ya que lo
describen como un tirano cruel y paranoico, ubicándole entre los peores
emperadores y más odiados al nivel de Calígula y Nerón.
Por su parte, la
historiografía moderna, basándose en los logros de su Principado, aunque lo
consideran despiadado, también lo consideran eficiente, que sigue las
directrices marcadas por su padre y su hermano, aunque quitó peso
político al Senado, de ahí el perfil extremadamente negativo plasmado por estos
autores antiguos, porque todos pertenecían al orden senatorial, clase que
perdió muchos privilegios durante los 15 años que duró el mandato de Domiciano.
Como hemos sugerido en
anteriores artículos, Domiciano (nacido el 24 de octubre del año 51), tercer
hijo de Vespasiano y Flavia Domitila, pasó una infancia y adolescencia difícil,
lejos de su padre y hermano, viviendo en la más absoluta pobreza hasta que quedó
huérfano de madre y pasó a habitar con su tío, también bastante ocupado en apoyar
la carrera política de su hermano para hacerse cargo del niño. Todas estas
circunstancias pueden haber moldeado un carácter inestable, pues siempre sintió
celos de Tito y una sensación de abandono en relación a su padre. Así y todo,
Domiciano fue instruido como cualquier niño romano en retórica, literatura,
leyes y administración.
Tras la muerte de Nerón
en las guerras que tuvieron lugar en el año de los cuatro emperadores,
Domiciano tuvo que esconderse en el Capitolio con su tío Sabino (que murió en
la contienda), siendo testigo del incendio del templo. Pudo escapar por los
pelos y sobrevivir gracias a que se hizo pasar por sacerdote de Isis. Se ocultó
tan bien, que no lo encontraron, y sólo salió de su escondite cuando su padre
Vespasiano ganó la guerra contra Vitelio y quedó como el único emperador de
Roma.
Como ya hemos analizado
con anterioridad, durante los Principados de su padre y hermano, a pesar de ser
nombrado César, ostentó cargos meramente representativos, sin un poder real.
Es difícil hacerse una
idea del carácter de Domiciano ante una historiografía tan adversa que lo
definen como impetuoso, rápido a la ira, taimado, astuto, cruel, lascivo, que
se definía así mismo como Dominus et Deus
(Señor y Dios). Estas mismas fuentes nos dicen que en los primeros años de su
gobierno mostró moderación y clemencia, afirmando que era tan aprensivo ante la
vista de la sangre que estuvo a punto de prohibir los sacrificios de animales. “Apenas dio pie tampoco, ni jamás cuando era
un simple particular, ni durante un tiempo siendo ya emperador, a que se
sospechara de él la menor ansia de lucro ni avaricia; muy al contrario, a
menudo dio importantes pruebas de desinterés e incluso de liberalidad. Trató
con la mayor generosidad a todas las personas de su entorno, aconsejándolas,
sobre todo, encarecidamente que evitaran cualquier actuación mezquina”
(Suetonio. Vida de Domiciano, 9,
1-2).
Los historiadores
antiguos también señalan el gusto del Domiciano por la soledad y su dificultad
para las relaciones emocionales, rechazando en ocasiones incluso el contacto
físico, al mismo tiempo que inciden en que no sentía afecto ni confianza por
casi ninguna persona. Todas estas actitudes pueden ser el fruto de su convulsa
infancia.
Su obra, en cambio, nos
habla de un emperador eficiente que reconstruyó Roma después de varios
incendios, administró justicia atenta y celosamente, llevó a cabo importantes
reformas económicas, ofreció al pueblo grandes espectáculos y puso los
cimientos de lo que sería el próspero siglo II, en el que gobernaron los
conocidos como “cinco buenos emperadores”.
Algo que puede haber
afectado a Domiciano enormemente fue una sublevación que tuvo lugar entre los
años 85 y 87 d.C., encabezada por
Saturnino, gobernador de Germania Superior que se hizo con el mando de dos
legiones y estableció una alianza con los germanos del norte del Rin para
levantarse contra el emperador. Domiciano pudo resolver favorablemente la
situación, gracias en parte a un golpe de suerte, pero su ánimo quedó afectado
para siempre por una enfermiza obsesión por conspiraciones en su contra.
Algunos historiadores han
sugerido que este miedo extremo de Domiciano hacia las conjuras pudo ser causa
de un trastorno psicológico. Se ha buscado incluso una explicación médica a su supuesta
demencia, fundamentada en la ingestión de plomo procedente de las tuberías de
las viviendas. Según mi opinión no creo que Domiciano estuviera loco ni tuviera
pérdida de consciencia de la realidad. Además, otros estudios han demostrado
que los romanos no ingerían más plomo que el que nosotros consumimos en la
actualidad.
En conclusión, yo me
adhiero a la línea de la historiografía contemporánea, de quitar importancia a
la opinión de los clásicos. Pienso que Domiciano no era bonachón, amable ni sociable como su padre y su hermano, que tenía un carácter complicado, pero no
por eso era un tirano ni estaba loco, pues llevó las riendas del Imperio con
suma eficacia durante 15 años. Hay que reseñar que Calígula, con quien lo
parangonan, sólo gobernó tres. A pesar de eso no supo hacerse querer porque al
igual que él no amaba a nadie, a él tampoco lo amaban.
En cuanto al aspecto
físico, las fuentes describen a Domiciano como de gran estatura, muy atractivo
durante su juventud, de grandes ojos. Su rostro denotaba al mismo tiempo modestia
y timidez pues solía ruborizarse con frecuencia. Con la edad su aspecto físico
cambió bastante debido a la gordura y a la calvicie parcial, algo que como Julio
César llevaba muy mal, por lo que pasaba mucho tiempo arreglándose los
cabellos. Suetonio cuenta que casi siempre iba en litera, nunca a pie y ni
siquiera a caballo pues no soportaba el cansancio. En cuanto a la alimentación
era frugal y sobrio. Sus mayores aficiones eran el tiro con arco y el juego de
dados.
"viviendo en la más absoluta pobreza" ¿quieres decir que no tenía para comer todos los días? ¿pasó hambre y frío?
ResponderEliminar¿por qué Vespasiano se desentendió de él y de su mujer, y madre del pequeño Domiciano?
La carrara política costaba mucho dinero en Roma pues había que comprar voluntades. Vespasiano no pertenecía a una familia con grandes recursos y tuvo que endeudarse bastante para costearla. El mismo Julio César pasó parte de su vida endeudado, sólo se hizo rico con el botín de las Galias. Las fuentes no aclaran qué grado de pobreza vivió Domiciano, pero desde luego uno no acorde con su escala social, pues pertenecían al orden ecuestre con rango senatorial.
EliminarVespasiano era un general y como tal pasaba muchos períodos en sus campañas militares, siendo la más intensa la campañas judías, de ahí su ausencia de Roma. Saludos
Tienes razón, duro 15 años, eso es bastante para un emperador, si hubiese sido tan nefasto lo hubiesen liquidado mucho antes
ResponderEliminarEfectivamente. Saludos
EliminarNerón también duró 15 años y ya ves como lo recuerda la historia
EliminarA Domiciano tampoco lo recuerdan bien. Tanto uno como otro han sido muy maltratados y la historiografia actual están estudiándolos desde otra perspectiva. Pero está claro que ninguno de los dos fue Augusto ni Trajano, pero no tan esperpénticos como nos lo han vendido, tampoco. Saludos
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