La relación de Tito y
Domiciano viene en gran parte marcada por la diferencia de edad entre los dos.
Cuando el segundo nació, Tito tenía 12 años y había asumido la toga virilis dejando atrás su infancia.
Por lo que tanto Vespasiano como Tito, volcados en el Cursus Honorum del Pater
Familiae, no dedicaron mucho tiempo a la educación del pequeño, que se crio
en una relativa pobreza, lejos de cualquier autoridad paterna. Huérfano de
madre a muy tierna edad y alejado de sus familiares más cercanos, Domiciano
quedó al cuidado de su tío paterno Tito Flavio Sabino, que también se hallaba muy ocupado ayudando a la carrera política de su hermano.
Así, que mientras Tito y
Vespasiano triunfaban en Judea, Domiciano intentaba sobrevivir en Roma esquivando
a los enemigos de su padre. Y cuando Vespasiano asumió la púrpura, a pesar de
que éste nombró Césares a los dos, Tito actuaba de co-emperador mientras que a Domiciano,
debido a su juventud, sólo se le otorgaron cargos nominales, con ninguna
función importante detrás, aunque le sirvieron para adquirir experiencia en
política y en las relaciones con el Senado.
Las fuentes antiguas ponen de manifiesto una gran animadversión de Domiciano hacia Tito, que le llevó incluso a conspirar contra él, a pesar de que Tito se empeñaba en proteger y demostrar afecto a su hermano pequeño. “[Tito] a pesar de que su hermano no cesaba de conspirar contra él e incluso, casi sin disimulo, soliviantaba a los ejércitos y preparaba la huida, no fue capaz de matarle ni relegarle, ni tan siquiera de rebajar sus honores, sino que, como había hecho desde el primer día de su Imperio, continuó declarándole compañero y sucesor suyo, pidiéndole a veces, cuando se hallaban solos, entre súplicas y lágrimas, que consintiera al fin en corresponder a su afecto” (Suetonio. Vida del divino Tito, 9, 3).
Dión Casio recoge que
tras la muerte de Tito (que algunos historiadores clásicos atribuyen a
Domiciano por omisión de socorro o participación activa) el nuevo emperador se
empeñó en boicotear todo lo que era cercano a Tito: persiguió y llevó a la
ruina a sus amigos y a los de Vespasiano. “Él
[Domiciano] los odiaba porque no le
habían concedido todos sus numerosas e irrazonables exigencias, así como haber
ostentado algún honor, pues consideraba enemigo suyo a cualquiera que hubiera
disfrutado de algún aprecio fuera de lo común de su padre o de su hermano”
(Historia Romana, LXVII, 2). También continúa
Dión Casio diciendo que Domciano aunque proclamaba entre lágrimas su amor por
su hermano y lloraba su muerte, abolió las carreras de caballos que conmemoraban
el cumpleaños de Tito e incluso planeó la muerte de su esposa (supuesta amante
de Tito).
De los escritos de estos
mismos escritores se deduce que Tito protegía a su hermano y deseaba a toda
costa ganarse el afecto de Domiciano. Suetonio señala nuevamente que de los
seis consulados que ejerció Domiciano, “sólo
uno fue ordinario, y eso porque su hermano se lo cedió y le prestó su apoyo”
(Vida de Domiciano, 2,1).
Así, tanto Suetonio como
Dión Casio reflejan que mientras que Tito quería y protegía a su hermano
pequeño, por el que sentía cierta debilidad debido a su dura infancia (de la
que puede intuirse que de alguna manera sentía cierta culpabilidad), Domiciano
se movía por la envidia y los celos hacia su hermano mayor, habiendo sido
partícipe de una u otra forma de su muerte. De todas maneras estos dos
historiadores junto con Plinio el joven eran totalmente hostiles a Domiciano,
por lo que es difícil de separar la verdad de la exageración.
Es cierto que entre los dos hermanos no podía haber un amor fraternal intenso ni una gran confianza pues apenas se conocían ni habían compartido experiencias juntos, pero otra lectura diferente nos la dan los vestigios arqueológicos. Éstos nos dicen (igual que las fuentes escritas) que una de las primeras intervenciones de Domiciano como emperador fue nombrar dios a Tito. En este caso no necesitaba reforzar su imagen como hermano de un dios pues ya era hijo de un dios.
Por otro lado, el lugar que ha inmortalizado la memoria de Tito, más que ningún otro, sigue en pie en el Foro romano recordando las gestas del malogrado emperador y no es otro que el arco que lleva su nombre. Aunque quizás se empezará a construir durante el Principado de Tito fue culminado e inaugurado por Domiciano. La inscripción va completamente dedicada a Tito: “El Senado y el pueblo de Roma al divino Tito, hijo del Divino Vespasiano, Vespasiano Augusto”. No aparece en ella ninguna referencia a Domiciano, que podía haberla llevado porque él la ordenó y era muy común en la antigüedad que los gobernantes borraran la memoria de sus antecesores o se quisieran atribuir gestas de otros. Asimismo, el Templo que se estaba construyendo en el Foro para honrar a su padre, fue dedicado a los divinos Vespasiano y Tito.
Según mi opinión, estos dos últimos testimonios hablan más alto que cualquier opinión subjetiva de algún escritor, e indican que a pesar de que Domiciano no sintiera por Tito un gran amor, honró su muerte y su obra como un buen hermano. Al mismo tiempo, quitan peso a los rumores de su participación en la muerte de Tito, que los mismos historiadores antiguos no son capaces de confirmar, al igual que la supuesta relación ilícita entre Tito y su cuñada que el mismo Suetonio pone en duda diciendo que “Domicia juraba por lo más sagrado que no había tenido ninguna relación con él; y no la habría negado, caso de haber existido, antes bien, se habría jactado de ella, como solía hacer sin el menor reparo en todos los escándalos que protagonizaba” (Vida del divino Tito, 10, 2).
memorable que el arco de Tito haya sobrevivido hasta nuestros dias, supongo que le preparas una entrada?
ResponderEliminarSii, en enero o febrero. He querido seguir la cronología y comentarlo a inicios del Principado de Domiciano, cuando se inauguró, pues Tito no pudo contemplarlo. Saludos
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