lunes, 23 de noviembre de 2020

Gladiadores de Roma

 


Aunque el origen de los juegos de gladiadores es incierto, algunos escritores antiguos remontan esta práctica a ritos funerarios etruscos. Por su parte, Tito Livio escribió que luchas entre hombre armados se celebraron por primera vez en el año 310 a.C. para festejar una victoria de los campanos contra los samnitas, algo que corroboran unas pinturas del siglo IV a.C., halladas en la ciudad campana de Paestum, que escenifican combates entre luchadores. No obstante, el mismo Livio sitúa la celebración de los primeros juegos de gladiadores como tales durante la primera guerra púnica contra Cartago, cuando Decimus Iunios Brutus Scaeva para honrar a su difunto padre, hizo que tres parejas de gladiadores lucharan a muerte en el Foro Boario de Roma. De ahí que este tipo de luchas tomen el nombre de munera (deber de honrar los manes de un antepasado muerto). El desarrollo de la munera y los tipos de gladiadores viene determinado por el apoyo de Samnio a Anibal, que provocó una dura campaña de Roma contra sus antiguos aliados campanos. Por este motivo, el tipo de gladiador más antiguo es el samnita.


Mosaico de Zliten, Siglo II d. C, Leptis Magna (Libia)
Fuente: De Desconocido - Livius.org, Dominio público, 


La mayoría de los gladiadores eran esclavos, pero a veces su fama en la arena era tal que suscitaban la admiración y el reconocimiento popular (incluso muchas mujeres nobles perdían la cabeza por yacer con ellos). El comercio de gladiadores se desarrollaba en todo el Imperio y estaba sujeto a supervisión oficial. Muchos de los prisioneros de guerra eran vendidos como tales. También eran reclutados como gladiadores los criminales, los condenados a trabajos forzosos y los voluntarios remunerados. Para los pobres y los no ciudadanos ingresar en una escuela de gladiadores suponía obtener un oficio, comida, alojamiento y era además una forma de adquirir fama y forjarse una fortuna, pues se quedaban con el dinero de los premios y los regalos que recibían. Además, cobraban un sueldo por combatir. Cada grupo era tatuado de una manera diferente, por ejemplo, los condenados en la cara mientras los soldados eran marcados en la mano.

La primera escuela de gladiadores fue probablemente la de Aurelius Scaurus en Capua, uno de los únicos lanistas cuyo nombre se conoce. El lanista era quien dirigía la escuela y tenía poder sobre la vida o muerte de todos sus gladiadores. Todos ellos, ya fueran voluntarios o condenados, estaban obligados a cumplir un juramento sagrado (sacramentum). Los novatos se entrenaban con maestros, probablemente gladiadores ya retirados. En la escuela se usaban armas de madera sin filo. Los entrenamientos podían extenderse durante nueve horas diarias, los seis días de la semana.


Reconstrucción de la Escuela de gladiadores de Carnutum (Austria)


Sus condiciones de vida eran duras, pero vivían mejor que la mayoría de la población. Se alojaban en celdas, en diferentes secciones dependiendo de su status, que se ubicaban alrededor del campo de entrenamiento. Había varios cuerpos: primus palus, secundus palus  o rudiarii según la categoría del luchador. La disciplina era férrea, incluso letal a veces, pues se han encontrado celdas de castigo tan pequeñas que era imposible estar de pie o sentado. A pesar de ello estaban bien alimentados y cuidados pues para el lanista perder alguno suponía grandes pérdidas económicas. Recibían masajes con regularidad y revisión médica continua y recibían una buena alimentación basada principalmente en cereales y leguminosas, con poca carne

Los combates como tales no eran encuentros salvajes en lo que todo valía, sino que existían unas reglas bien definidas y en la mayoría de los casos los luchadores tenían más posibilidades de salir con vida que de morir. Las luchas más sangrientas que acababan en muerte eran sobre todo las que enfrentaban a los condenados a muerte. El resto de gladiadores muchas veces sobrevivían a los combates pues ni al lanista ni al organizador de los juegos, el editor (que pagaba por el alquiler de gladiadores) le interesaba que muriesen. Ni siquiera el público quería la mayoría de las veces la muerte de un gladiador si luchaba bien y demostraba valor en el combate. Incluso si perdían, en ocasiones el público era favorable a perdonarle la vida pues Roma valoraba el valor en la lucha más que nada en este mundo.

Muchas veces los combates no eran a muerte, sino que duraban hasta que uno de los combatientes perdía sus armas o se rendía. Esto se indicaba alzando el brazo izquierdo con el dedo índice extendido, soltando el escudo o colocándose la espada tras la espalda. En este momento correspondía decidir la suerte del vencido, aunque influido por la reacción del público. A pesar del mito extendido, el veredicto no se hacía generalmente con el puño cerrado y el pulgar extendido hacia arriba o hacia abajo. El gesto existía, y sobre todo lo llevaba cabo el editor, aunque lo más común era que se hiciera con palabras: mite (liberalo) o iugula (dególlalo). La mortalidad de gladiadores oscilaba entre el 10 y el 20%, bastante menor que en otros espectáculos como las carreras de caballos. Aunque hay que decir que un gladiador sólo luchaba entre dos y cinco veces al año, siendo menos frecuentes los juegos gladiatorios que las carreras de cuadrigas en el Circo Máximo. Otro de los mitos,  la famosa frase Ave Caesar morituri te saluntant, tampoco está confirmado que se usara pues sólo la recoge Suetonio y en un contexto diferente.


Pollice verso, Jean Leon Gerome, 1872, Phoenix Art Gallery


Los gladiadores podían conseguir su libertad de dos maneras: comprándola con lo que hubieran podido ahorrar o conquistándola en la arena como premio extraordinario junto a una espada de madera denominada rudis.

En cuanto a los tipos eran variados:

  • Samnita: como indicamos arriba era el más antiguo. Iban armados con casco, yelmo, un escudo grande rectangular, espada corta y brazo derecho y pierna izquierda protegidos.
  • Reciario: llevaba una red en la mano derecha, un tridente y un puñal, además de un protector en el brazo izquierdo. Su táctica era mantener alejado al rival para apresarlo con la red.

  • Secutor: también conocido como contraretiarius. Portaba una espada corta un casco liso, escudo grande rectangular y protecciones en el brazo y pierna derechos.
  • Mirmillón: armado con espada, un casco en forma de pez, escudo de grandes dimensiones y protecciones en el brazo derecho y pierna izquierda.

  • Tracio: iba armado con una espada generalmente curva y llevaba un casco rematado con un grifo, escudo pequeño, grebas altas en las piernas y manica en el brazo derecho.
  • Hoplomaco: iba armado con lanza y puñal, un casco con visera adornado con plumas, grebas altas, manicas y escudo.

  • Provocator: portaba una espada, casco, armadura en el pecho adornada con la efigie de la Gorgona, escudo grande, grebas y protector en el brazo derecho. Sólo se enfrentaban entre ellos.
  • Equite: luchaba a caballo. Llevaba una espada larga, casco, escudo redondo y protección para las piernas.
  • Paegniarius: usaba como arma un bastón curvo por uno de sus extremos y vestía túnica y casco abierto.
  • Sagittario: usaba arco y flechas.
  • Dimachareus: portaba dos cuchillos, protegía tanto los brazos como las piernas porque no llevaba escudo. Se piensa que Espartaco pertenecía a este tipo.

  • Essedari: luchaba sobre un carro imitando a los guerreros bretones.
  • Andabatae: eran los obligados a combatir. Luchaban a ciegas porque sus cascos no tenían agujeros. Eran los condenados a morir en la arena que no habían pasado por ninguna escuela. Cuando acababa el combate se les machacaba la cabeza para asegurarse que moría.
  • Gladiatrix: eran mujeres gladiadoras, que existieron desde siempre y luchaban a muerte en la arena, aunque no eran muy frecuentes.

Fuente: http://lasarenasderoma.blogspot.com/2014/12/gladiatrix.html


En el año 73 a.C., 200 gladiadores se rebelaron contra Roma bajo el mando de Espartaco. Armados con utensilios de cocina huyeron de la Escuela de Capua. En su fuga asaltaron un convoy con armas y se atrincheraron en el Monte Vesubio, uniéndosele multitudes de esclavos hasta formar un ejército de 80.000 hombres. Durante 3 años mantuvieron en jaque a las legiones romanas, hasta que Cneo Pompeyo Magno y Licinio Lúculo se unieron con Craso (incapaz por si solo de sofocar la rebelión) para cercar al ejercito de esclavos. Murieron 60.000 de ellos. El cuerpo de Espartaco nunca apareció.


Espartaco (Kirk Douglas) al frente de su ejército en un fotograma de la película del mismo nombre dirigida por Stanley KubricK en 1960


viernes, 13 de noviembre de 2020

El Coliseo en la cultura popular

              

El Coliseo. Robert Hubert, 1738, Madrid, Museo Nacional del Prado

             El Coliseo es un icono de la cultura occidental y por eso desde siempre ha sido el protagonista en innumerables obras de arte, ya sea en literatura o pintura; al mismo tiempo su influencia sobre la arquitectura es inmensa. Charles Dickens, Chateubriand, Goethe, Stendhal, Mark Twain, Peter Brueghel, Velázquez o Palladio entre otros se sintieron cautivados por los restos del más grandioso edificio de la antigüedad.  Admirado por todos , fue el único monumento europeo elegido entre las sietes maravillas del mundo moderno, (concurso celebrado en el año 2007 por la empresa New Open World Corporation) y en el que votaron más de cien millones de personas. Ni la Acrópolis de Atenas ni la Torre Eiffel  ni siquiera la Capilla Sixtina pudieron seguir la estela del Anfiteatro Flavio, el edificio más mítico del mundo.


La Torre de Babel (inspirada en el Coliseo), Pieter Bruegel, 1563, Viena, Museo de Historia del Arte
Fuente: De Pieter Brueghel el Viejo - Levels adjusted from File:Pieter_Bruegel_the_Elder_-_The_Tower_of_Babel_(Vienna)_-_Google_Art_Project.jpg, originally from Google Art Project., Dominio público, 


En cuanto al cine, a pesar de las múltiples apariciones del anfiteatro Flavio en la gran pantalla (Vacaciones en Roma de 1953 entre otras) , la más lograda fue en la película Gladiator de Ridley Scott (2000), con una reproducción fiel del anfiteatro aunque los edificios que lo circundan nunca existieron.


           
 
        Roma  y el Coliseo en Gladiator, 2000

En videojuegos (como Assassin’s Creed: Brotherhood o RYSE: Son of Rome) y películas animadas como Playmobil, la película (2009) el Coliseo es uno de los escenarios protagonistas.

Su gran fama hace que su nombre se siga usando para referirse a muchos edificios que en la actualidad están destinados al entretenimiento, especialmente en Estados Unidos. Incluso en una estrofa de una canción de Cole Porte llamada “You’re the top” se incluye el verso “You’re the top, you’re the Colosseum”.


El Coliseo y el Arco de Constantino, Giovanni Paolo Pannini, Siglo XVIII


En cuanto a su influencia en la historia del arte, tengo que decir que desde el momento de su inauguración, en todo el Imperio Romano se construyeron anfiteatros siguiendo el modelo arquitectónico del Coliseo así como en siglos posteriores, a partir del Renacimiento, la superposición de órdenes fue elemento común en innumerables edificios.


Anfiteatro de Pula, Croacia, Siglo I d.C.

Grabado del Anfiteatro de Djem, Túnez, 1843, Siglo II d.C.
Fuente: De Rouargue - http://www.antique-prints.de/shop/catalog.php?cat=KAT52&product=P005346, Dominio público, 

Superposición de órdenes en el patio del Palazzo Pitti, 1458, Florencia, 2012

       ¡Símbolo de la Roma antigua!¡Suntuoso relicario
                                            de sublimes contemplaciones legadas al
                                    tiempo por difuntos siglos de pompa y de poderío!.
                                            Al fin, después de tantos días de fatigante
                                        peregrinaje y de ardiente sed, sed de corrientes
                                                de la ciencia que yace en ti, yo, hombre
                                    transformado, me arrodillo humildemente entre
                                            tus sombras y bebo del fondo mismo de mi
                                             alma tu grandeza, tu tristeza y tu gloria”.

                                   Edgar Allan Poe, Fragmento de El Coliseo. 1833

El Coliseo, Giambattista Piranesi, Siglo XVIII


“Uno no puede pasar frente al Coliseo sin presentarle sus respetos"

Henry James, finales del siglo XIX

 

 “Me aproximo al fondo del Foro Romano, más allá de la colina del Palatino. Y aquí está el Coliseo, con sus alturas melladas por los mordiscos de los siglos, pero tan altivo aún, el gran monumento cuyo único igual no es otro que el Partenón de Atenas.¡Qué grandes eran los clásicos, qué ambición de eternidad la suya!”.

Un Otoño romano. Javier Reverte, 2014

 

“Se puede hacer a los romanos la misma objeción que a Napoleón. Fueron a veces criminales, pero jamás el hombre ha sido más grande”

Stendhal ante la contemplación del Coliseo, siglo XIX


“El amor es efímero, la pasión pasajera, la gloria tallada en mármol es eterna”

Colosseum, Sangre en la arena, Simone Sarasso, 2014


El Coliseo. Javier Guerra, 2013, propiedad de Livia Augusta


                                                 Camino bajo la lluvia,
                                                          en silencio,
                                                   sólo acompañada
                                               del eco de mis pisadas
                                          perdiéndose entre tus ruinas
                                                    …y mi soledad.
 
                                                A cada paso que doy
                                              me llueve tu inmensidad…
                                                 y el alma se quiebra
                                              ante los tenues susurros
                                                  de la sutil violencia
                                               que ocultan tus muros.
 
                                                Frente a ti me desnudo,
                                               y en mi continuo desvarío
                                             hallo el camino de la verdad
                                                   envuelta en el halo
                                                de tu imponente perfil,
                                                  vestido de despojos…
                                                       reflejos de mí.
 
                                                 Ante ti…soy sólo yo
                                        el yo que encuentra un sentido
                                                entre tanto sinsentido
                                                de una búsqueda vital,
                                             que nunca llega a la meta
                                                 que no cesa de vagar.
 
                                              Y es que sólo tú me enseñas,
                                                 entre caricias del viento
                                                que no existe amor eterno,
                                                ni nada que sea inmortal,
                                       salvo la perfección tallada en mármol
                                                desafiando a la eternidad.
   
                      “Una tarde del lluvía en el Coliseo”, Livia Augusta, 2020

lunes, 2 de noviembre de 2020

Inauguración del Coliseo

 

Moneda conmemorativa de la inauguración del Coliseo

En el año 80 d.C., el emperador Tito inauguró el edificio más espectacular diseñado por el hombre para el entretenimiento de las masas: el Coliseo, noticia de la que se hicieron eco todos los cronistas de la época y posteriores.

Los juegos inaugurales duraron 100 días y se estima que se mataron hasta 9.000 animales entre grullas, elefantes, leopardos, tigres, liebres, osos, toros, leones, jabalíes, un rinoceronte, un búfalo y un bisonte entre otros. Parece que siguieron el esquema general de los juegos romanos:


-  Venationes (luchas con animales salvajes): Se desarrollaban en la sesión de la mañana. Destacaron una lucha entre un elefante y un toro, vencida por el primero que se arrodilló ante Tito tras su victoria. Marcial señala que a veces los animales no cooperaban, como cuando unos leones no atacaron a las liebres o un rinoceronte no quería luchar.


Venatio procedente del anfiteatro. Museo Nacional de Arte Romano, Mérida, 2014


-    Ejecuciones de Criminales: Tenían lugar al mediodía. Ese momento era aprovechado por las clases altas para abandonar el anfiteatro para almorzar. Los ajusticiados solían morir crucificados o enfrentándose a diversas fieras. A veces también se hacían representaciones de obras mitológicas con ellos como protagonistas en las que siempre había un final trágico.

-    Munera o lucha de gladiadores: Se celebraban por la tarde. Igualmente en esta franja tenían lugar la recreación de batallas  famosas y naumaquias aunque no está claro si se celebraron en el propio anfiteatro o en un lago cercano. Suetonio indica que Domiciano celebró batallas navales en el anfiteatro mientras que Dión Casio afirma que Tito “llenó este mismo escenario con agua” (Historia Romana, LXVI, 25).


Mosaico de los Gladiadores. siglo IV d.C, Villa Borghese, Roma 2018


Además de los espectáculos cuenta Dión Casio que “Tito también proporcionó al pueblo algunas cosas de utilidad. Arrojaba al anfiteatro, desde lo alto, pequeñas bolas de madera con diversas inscripciones: una con algún artículo de comida, otras de ropa, otra con una vasija de plata o a veces de oro, también caballos, animales de carga, ganado o esclavos. Quienes se hacían con una la llevaban a los encargados de la distribución de regalos, de quienes recibían el artículo nombrado” (Historia Romana, LXVI, 25).

No obstante, el poeta Marcial ofrece la descripción más completa y contemporánea de los juegos en su obra De Spectaculis (Sobre los espectáculos) con una gran carga de elogio a Tito pero es quien más detalle aporta, incluido la única lucha completa entre dos gladiadores que ha llegado hasta nosotros. Se trata del combate entre Vero y Prisco, que fue tan épica que quedó en empate y les valió la libertad a los dos, algo que no era muy usual “Mientras que Prisco y Vero alargaban el enfrentamiento, y por tanto tiempo la lucha fue igualada en ambos lados, altos y repetidos gritos reclamaban la libertad para los hombres; pero César siguió su propia ley; era la ley de luchar con el escudo hasta que un dedo se alzase; hizo lo que le estaba permitido, a menudo dio comida y regalos. Pero se llegó al final con la misma igualdad: iguales al luchar, iguales al ceder. César envió espadas de madera a ambos y palmas a ambos: por tanto el coraje y la habilidad recibieron su premio. Esto no tuvo lugar ante ningún Príncipe salvo tú, César, cuando dos lucharon, ambos fueron victoriosos” (31, 29-27).