"En mi opinión la naturaleza lo ha creado para demostrar cuán lejos puede llegarse al combinar un vicio incontenible con un poder ilimitado".
Séneca
Busto
de Calígula. Siglo I d.C. Nueva York. Museo Metropolitano
Fuente: https://hinocinte.blogspot.com.es/2016/10/los-excesos-del-emperador.html
Calígula es una figura con una personalidad sumamente compleja. A ello contribuye el hecho de que contemos
con pocas fuentes antiguas fiables que nos hablen de él. Sólo han llegado hasta
nuestros días la obra de dos autores contemporáneos al emperador: la de Filón
de Alejandría que ofrece algunos detalles de los primeros momentos de su
gobierno y algunas obras de Séneca. Éste último, sí proporciona algunos datos
sobre la personalidad del sucesor de Tiberio, pero no pueden ser considerados
objetivos pues sabemos que el filósofo cordobés fue acusado de formar parte de
una conspiración contra la vida de Calígula y que por ello estuvo a punto de
ser ejecutado en el año 39. El resto de obras coetáneas al emperador, juzgadas
como muy críticas o excesivamente aduladoras, se han perdido. Así y todo
sirvieron de base de inspiración a otros escritores en años posteriores.
De este modo, la mayor
parte de los datos sobre la vida de Calígula que conocemos proceden de Suetonio
y Dión Casio que vivieron 80 y 180 años después que aquel, respectivamente. La objetividad
de éstos también se considera dudosa al ser ambos patricios que habían perdido
mucho poder con la consolidación del sistema imperial. Desgraciadamente, los
capítulos de los Anales de Tácito
dedicados al gobierno de Calígula no se han conservado. Una verdadera lástima
pues se trata del más justo de los historiadores clásicos. Sí se han conservado
en esta obra en cambio los datos sobre el emperador durante el gobierno de Tiberio.
Algunos fragmentos parciales sobre Calígula también los encontramos en obras de
Flavio Josefo o Plinio el Viejo, pero ninguno de ellos da una visión favorable
del tercer César.
Aunque está claro que
Calígula no fue precisamente un modelo de buen gobernante, ¿hasta qué punto se
han exagerado los hechos de su vida y los actos de crueldad a él atribuidos?.
Intentaré con los datos de los que dispongo trazar un perfil de su personalidad
lo más ecuánime posible.
Busto de Germánico:
Siglo I d.C. París. Museo del Louvre. Fotografia proiedad de Obra de Marie_Lan Nguyen
Como ya he ido apuntando
en anteriores reseñas, Calígula fue el tercer hijo varón del matrimonio formado por
Germánico (nieto de Livia) y Agripina la mayor (nieta de Augusto), mujer
pasional y de fuerte carácter que acompañaba a su marido en todas las
expediciones. Por este motivo, mientras sus hermanos mayores se educaban en
Roma, el pequeño Cayo César se crió entre las legiones de su padre,
convirtiéndose en la mascota de las mismas. Con sólo 1 año, su madre lo vestía
con traje de soldado y con unas minúsculas cáligas idénticas a las que calzaban
los militares, de ahí que los legionarios lo apodaran tiernamente Calígula, o
sea pequeña cáliga, botitas. Tan encariñado estaban los rudos soldados con el
crio que cuando tras la muerte de Augusto las legiones de Germania se
amotinaron, Germánico para protegerlo lo envío a la Galia junto con su madre
embarazada. Las tropas aceptaron entregar a los promotores del motín a cambio
de que Calígula permaneciera con ellos, algo a lo que Germánico accedió. “[Los soldados] respondieron a su discurso
[de Germánico] confesando que sus reproches eran justos, y suplicando que
castigaran a los culpables, perdonara a los extraviados y los guiara contra el
enemigo; que hiciera volver a su esposa, que retornara aquel niño criado por
las legiones, y no fuera entregado como un rehén a los galos. El regresó de
Agripina lo excusó por la inminencia de su parto y del invierno; vendría su
hijo, y el resto sería cometido de ellos mismos” (Tácito. Anales, 44, 1). Tengo que señalar que ya
adulto, el hijo de Germánico aborrecía que lo llamaran Calígula.
Agripina la mayor y Calígula. Detalle del Gran Camafeo de Francia.19 d.C. París. Gabinete de Medallas
No sólo la legión sino
las masas populares adoraban al encantador chiquillo por lo que era aclamado
cada vez que pisaba las calles de Roma o de cualquier lugar donde se encontrara
con su padre. En estos hechos, según mi opinión, está el origen del carácter
caprichoso y narcisista de Calígula pues desde su infancia fue excesivamente
mimado y adulado, más allá de lo que un niño de tan tierna edad podía
comprender. No encontramos en las fuentes indicios de que Germánico o Agripina
pusieran freno a la inmensa popularidad de su hijo.
A medida que fue
creciendo y que las desgracias de sus familiares más cercanos acabaron con su
idílica vida, conduciendo los últimos años de su infancia y su adolescencia hacia
una existencia desequilibrada, su carácter fue volviéndose cada vez más
enigmático. Aparentemente no le afectó la muerte de su padre (acaecida en
trágicas circunstancias cuando sólo contaba 7 años) ni la de su madre y
hermanos (condenados por Tiberio). Calígula incluso después de tanto
sufrimiento se comportaba de manera dócil y cortés. Esto se acentuó durante la
etapa en la que fue llevado a vivir a Capri con Tiberio. Cuenta Suetonio que durante
estos años no expresó jamás queja alguna, ni demostró que le afectara en lo más
mínimo el infortunio de sus familiares. Incluso cuando Tiberio lo ponía a
prueba era con él sumamente servicial. Ello dio lugar a que se dijera de él que
nunca hubo esclavo mejor para peor amo, y que, desde entonces, fuera
considerado un maestro en las artes del disimulo. Pero Tiberio conocía la
verdadera naturaleza de su carácter.
Busto de Calígula. Siglo I d.C. Copenhage.
Carsberg Glytotek Museum
Ya siendo emperador, las
escasas fuentes de las que disponemos coinciden que en los inicios de su gobierno
Calígula se comportó como un buen Príncipe. No obstante en el otoño de 37 d.C.
a los pocos meses de su ascenso al trono sufrió una grave enfermedad que estuvo
a punto de costarle la vida. Aún hoy no
está clara la naturaleza de la misma. Algunos autores afirman que sufrió una
encefalitis, es decir una inflamación del cerebro causada por alguna infección.
Otras hipótesis apuntan a alguna enfermedad venérea, hipertiroidismo o
epilepsia.
Filón de Alejandría
opina que fuese cual fuese la enfermedad que padeció Calígula se debió al cambio
en los hábitos de su vida al ser aclamado emperador. Sostiene que pasó de una
existencia relativamente tranquila y saludable a la práctica de todo tipo de
excesos. “Había cambiado su alimentación
no hacía mucho (cuando todavía vivía Tiberio era más ordinaria y por eso más
sana, por una dieta de lujo; vino puro en abundancia, golosinas, apetito
insaciable con el vientre lleno, baños calientes intempestivos, vómitos inmediatos
seguidos de nuevas borracheras, glotonería renovada” (Legatio Ad Gaium. 14).
Lo cierto es que cuando
se recuperó de la enfermedad empezó a experimentar desórdenes mentales que
hasta ahora no se habían puesto de manifiesto, evidenciando un carácter violento
desconocido para todos. El insomnio que padecía acrecentaban sus ataques de ira
y crueldad, pues según Suetonio “no
dormía más de tres horas, y éstas ni siquiera con un sueño tranquilo” (Vida de Calígula. 50, 3).
Busto de Calígula. Siglo I d.C. Copenhage. New Carlsberg Glyptotek. Fotografia propiedad de S. Sosnovskiy
Regis F. Martín en su
obra Los doce Césares. Del Mito a la
Realidad siguiendo una teoría del alemán J. Lucas se inclina más por
afirmar que Calígula poseía el perfil de un psicópata pues según éste “Los psicópatas se caracterizan por una
pérdida de la capacidad de autodeterminación, por movimientos instintivos
violentos y descoordinados, por una
curiosa perversión o degeneración del principio moral (no conocen esa molesta
angustia que impide las malas acciones), por problemas de temperamento, de
costumbres y de sentimientos, en particular el sentimiento del amor; por
último, por la ausencia de esfuerzos por integrarse socialmente y un
desconocimiento del orden de los valores que presupone la vida en comunidad”.
Continúa afirmando Martín que “la
psicopatía explica también el gusto por lo desmesurado, la ausencia de límites
claros entre el bien y el mal, la fuente tendencia al narcicismo y el marcado
deseo de ser admirado por los demás”. Todas estas patologías se pueden
apreciar en las descripciones sobre Calígula que han llegado hasta nosotros. Según
Suetonio una de las frases favoritas del emperador era “No hay nada en mi naturaleza que exalte o apruebe más que mi
adriaptesia” (desfachatez, falta de pudor o indiferencia por sus actos). (Vida de Calígula, 29,1). Por su parte Filón
de Alejandría afirmó que Calígula “era un
hombre carente de cualquier sentimiento humano, joven, innovador, provisto de
un poder exento de controles. Y la juventud unida a un poder absoluto cuando sigue
inclinaciones incontroladas es más difícil de combatir” (Legatio Ad Gaium. 190).
A ello se unía la
promiscuidad sexual y la inmensa influencia que tenía sobre él la monarquía
teocrática, caracterizada por la ausencia de límites, el autoritarismo y el
gusto por hacerse ensalzar. Nuevamente Suetonio nos relata que “ante una amonestación de su abuela Antonia,
como si no bastara con desobedecerla Calígula contestó: recuerda que todo me
está permitido y con todas las personas” (Vida de Calígula, 29,1).
A todos estos rasgos del
carácter del emperador hay que añadir que Calígula a pesar de ser tan osado era
sumamente cobarde. Tenía mucho miedo a las tormentas y una obsesión casi
paranoica por su seguridad pues temía que podía ser asesinado.
Martin no considera de
ningún modo que Calígula estuviera loco o fuera un demente pues no hay
constancia de que jamás perdiera la consciencia de la realidad.
Busto de
Calígula. Siglo I d.C. París. Museo del Louvre.
Fotografía propiedad de Bill Storage, Laura Maish, John
Pollini y Nick Stravrinides
En cuanto a la
apariencia física de Calígula hay igualmente una gran diferencia entre las
descripciones que han llegado hasta nosotros realizadas por distintos autores y
sus representaciones en esculturas y monedas. En la misma línea las
descripciones de su físico son totalmente negativas. Dice Suetonio que “era de gran estatura, de tez muy pálida y
cuerpo desproporcionado; tenía el cuello y las piernas excesivamente delgados,
los ojos y las sienes hundidos, la frente ancha y ceñuda, y el cabello ralo,
pero en la coronilla estaba totalmente calvo, aunque por lo demás era muy
velludo” (Vida de Calígula, 50,1).
Séneca cuenta por su parte que poseía “una tez pálida y repelente que dejaba
ver la locura, ojos torvos emboscados bajo una frente de vieja y un cráneo pequeño salpicados por algunos
pelos mal puestos. Añadidle a esto una nuca enmarañada, la delgadez de sus
piernas y el gran tamaño de sus pies” (Sobre
la constancia del sabio, 18,1). Hay que tener en cuenta que Séneca odiaba
fervientemente a Calígula y que Suetonio se basó en su testimonio. Algunos
autores actuales basándose en el parecido que presenta la imagen del emperador
retratada en las monedas con el de su madre Agripina (mujer de gran belleza)
indican que se ha exagerado hasta lo grotesco la imagen de Calígula para ajustarla
a su carácter. Algo a lo que también han hecho alusión algunas fuentes es a la
fijeza de su mirada lo que incrementaba la sensación de crueldad de la misma.
Moneda
con Calígula en el anverso y Agripina la Mayor en el reverso
Por otro lado, su forma
de vestir, muy próxima al estilo oriental, también era motivo de escándalo pues
seguramente había heredado ese gusto de su bisabuelo Marco Antonio “A menudo se mostraba en público con mantos
cubiertos de adornos y de piedras preciosas, una túnica provista de mangas y
luciendo brazaletes; en ocasiones vestido de sedas y ataviado con una cíclada
(prohibida a los varones en 16 d.C.); y una veces en sandalia o conturnos,
otras con las botas de los correos, y otras, en fin, con chinelas de mujer”
(Vida de Calígula, 52,1).
Independientemente de
todo lo que se ha escrito sobre el emperador, Calígula poseía grandes dotes
intelectuales siendo un gran orador. No obstante, como era envidioso del
talento de otros, gustaba desprestigiar a Homero, a Virgilio y sobre todo a
Séneca de cuyos escritos decía que eran meros ejercicios de efecto, sólo arena
sin sal. No obstante su gran afición eran
los juegos, sobre todo las carreras en el Circo. Le gustaba montar en carro y
combatir con diferentes armas. Del mismo modo sentía una desmedida afición por
el canto y el baile que practicaba en público con frecuencia. Estos hobbies
estaban muy mal vistos por la nobleza.
Como en todos los actos
de su vida, era muy visceral también en sus simpatías y escasos afectos. No
dudaba en besar en público a su actor o auriga favorito al mismo tiempo que los
cubría de oro. A ellos se unía el desmesurado amor que sentía por su caballo, el
famosísimo Incitato o por encima de todos por su hermana Drusila. A pesar de
que contrajo matrimonio 4 veces sólo sintió cierto afecto por la última de sus
esposas, Milonia Cesonia, mujer de orígenes humildes, mayor que él y de escasa
belleza. Con ella tuvo su única hija, llamada Julia Drusila como recuerdo a su
difunta hermana.
Posible escultura
de Calígula a lomos de Incitato. Siglo I d.C. Londres. Museo Británico