Para quien siempre me alienta a explorar nuevos y
sugestivos horizontes.
Marco Gavio Apicio fue un curioso personaje que vivió entre finales del
siglo I a.C, y el siglo I d.C. Nació
probablemente el año 25 a.C. y tuvo un estrecho vínculo con la familia
imperial, sobre todo en tiempos de Tiberio. Aunque no hay datos fidedignos
sobre su vida, corrían rumores en Roma de que había sido amante de un
jovencísimo Sejano, a quien no le importó prostituirse para saciar su desmedida
ambición. También es posible que fuera el padre de la esposa de aquel, Apicata, y amigo de Druso, el hijo del emperador.
Sin embargo, por lo que ha pasado a la
historia es por ser, posiblemente, el autor de uno de los primeros libros de
recetas de la historia: De re
coquinaria.
Fresco
del triclinio de la Casa de los Castos Amantes. Siglo I a.C-I d.C. Pompeya
Lo que nos cuentan las fuentes antiguas
es que Apicio era un afamado gastrónomo, cuya vida de desenfreno y
extravagancia no conocieron igual en su época. Poseedor de una inmensa fortuna,
la dilapidó en Bacanales y en suntuosos banquetes en los que hacía apología de
su lujuriosa pasión hacia la comida, buscando siempre los alimentos más
refinados.
Su obsesiva búsqueda de nuevos manjares
le llevaron a crear recetas extraordinarias como el paté, elaborado a partir de
hígado de patos engordados con higos. Igualmente experimentó alimentando a las
truchas y cerdos con higos secos y vino mezclado con miel para que su hígado
fuera más sabroso. Ateneo cuenta que fletó un barco para comprobar si las
quisquillas (especie de gamba) de Libia eran las más grandes conocidas.
Decepcionado por el tamaño de las mismas ni siquiera bajó a tierra.
Fue a partes iguales amado y odiado.
Llegó a tener sus propios seguidores, los apicianos, que se dedicaban a los
placeres de la mesa. Por el contrario, gozó de la antipatía de los estoicos
como Plinio o Séneca que aborrecían cualquier exceso.
Mosaico
con Bodegón. Siglo I a.C. Roma. Museo Nazionale Romano Palazzo Massimo alle
Terme
Su obra De re coquinaria procede de un manuscrito del siglo V. Probablemente algunas recetas han sido retocadas por los copistas
posteriores, sobre todo aquellas en las que no se podían encontrar los ingredientes.
No obstante, el libro nos da una idea clara y precisa sobre la cocina romana,
que con frecuencia es concebida como copiosa, pesada e indigesta; Apicio refleja
en su recetario cómo se preocupaba por la excelencia del plato al mismo tiempo
que por su repercusión sobre los estómagos, de ahí el abundante uso de hierbas
y de la miel para contrarrestar las grasas. Así, en De re coquinaria, el gastrónomo
mezcla los conocimientos más rutinarios con la más exquisita búsqueda del
sabor. Por este motivo, podemos encontrarnos recetas muy sencillas de
digestivos para el vientre al mismo tiempo de otras sofisticadas para realizar
por ejemplo vino de violetas o de rosas.
De la lectura de la obra se extraen
otras curiosidades como por ejemplo las carnes que predominaban en la Antigua
Roma: el cerdo y liebre, que los romanos solían hervir antes de asarla debido
al rechazo de la sangre animal. A pesar
de ello nuestros antepasados preferían el pescado, que solía mezclarse con
queso fresco y plantas aromáticas. Otra cosa que llama la atención es el
abundante uso de garum (salsa
elaborada con vísceras fermentadas de pescado) y de silphium (planta hoy desaparecida).
De re coquinaria consta de 11 libros:
1. Epimeles. El Chef. Reglas
culinarias, remedios caseros, especias.
2. Sarcoptes. Carnes.
3. Cepuros. Del jardín.
4. Pandecter. Diferentes platos.
5. Ospreon. Legumbres.
6. Tropetes. De las aves.
7. Polyteles Uolatilia.
Excesos y exquisiteces.
8. Tetrapus Quadripedia.
Cuadrúpedos.
9. Thalassa mare. Marisco.
10. Halieus piscatura. Pescado.
11. Excerpta Vinidario. Platos
diversos.
Apicio tuvo gran fama ya en su época,
pues de él hablaron Plinio, Juvenal, Marcial y Séneca. Éste último narra con
desprecio la muerte de Apicio en su “Tratado
para consuelo de su madre Helvias”: “el
fin de este Apicio es necesario que sea conocido. Como había consumido en
festines las liberalidades de príncipe y el enorme tributo del Capitolio, se
sintió abrumado por las deudas y se vio obligado por primera vez a pasar
cuentas. Calculó que todavía le quedaban 10 millones de sestercios (unos 14 millones de euros) y como si con 10 millones
tuviera que vivir con el hambre más estrecha puso fin a su vida envenenándose.
¡Qué gran fastuosidad era ésta para quien 10 millones de sestercios eran una
miseria! Es que se ha de creer que lo que importa no es la suma del dinero sino
la suma del deseo. Hombres han existido a quienes les ha dado miedo 10 millones
de sestercios y han huido de este dinero que otros tan ardientemente desean.
Pero a este hombre de alma tan depravada le fue saludable la última bebida;
cuando comía y bebía tóxicos no solamente se deleitaba sino que se envanecía
con su inmensa gula exhibiendo sus vicios, atrayendo la atención de la ciudad
con su intemperancia e incitando a que la juventud, propensa por sí misma a las
malas inclinaciones y a los malos ejemplos, le imitara”.
Bodegón
de la Casa de Julia Félix. Siglo I d.C. Nápoles. Museo Archeologico Nazionale
De su final también habla Marcial en
tono de burla: “Ya habías
entregado, Apicio, 60 millones de sestercios a tu estómago y te quedaban tan
sólo 10 millones más. Desesperado de no poder soportar esta amenaza de hambre y
sed te has bebido como último trago un vaso de veneno. Nunca, Apicio,
mostraste más glotonería”. En definitiva, la extravagancia llevada a los
últimos límites.
No obstante,
la escritora cordobesa, Almudena Villegas, reputada experta en gastronomía ha
rescatado la figura de Marco Gavio Apicio en su libro Triclinium, despojándola de tan alta dosis de frivolidad y
otorgándole un perfil más humano. La novela se centra en el drama personal que
vivió Apicio cuando vio morir a su hija Apicata y a sus tres nietos, hijos
también de Sejano, tras la caída de éste. La muerte injusta de estos pequeños se
convirtió una de las páginas más negras de la Antigua Roma. Según Villegas, el
deseo de paliar tan dolorosas pérdidas fue lo que impulsó a Apicio a escribir De re coquinaria.
Como muestra he elaborado un menú
romano con recetas del libro de Apicio. Bene Sapiat!.
Jo que rico tiene que estar...para chuparse los dedos. Lo de comer inclinado en las silla-cama no me parece cómodo, yo prefiero mesa y silla, así llego a todo con los dos brazos.
ResponderEliminar¡¡¡buen provecho!!!
Estos romanos vivían estupendamente, sobre todo los ricos. De todos modos no siempre comían tumbados en los triclinio, pues también en los banquetes se intercalaban otro tipo de asientos. Un saludo
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