Julo Antonio (Juan Diego Botto) en un fotograma de la serie Augusto, el primer emperador. 2004
Era el hijo pequeño de Marco Antonio y su tercera esposa
Fulvia. Nacido en 43 a .C.,
tuvo una infancia muy complicada debido a la azarosa vida de sus padres.
En 40 a .C.
su madre fue exiliada tras enfrentarse junto con el hermano de su marido, Lucio
Antonio y 8 legiones, al entonces triunviro Octavio en la Batalla de Perusia
mientras Marco Antonio estaba en Egipto viviendo la primera parte de su romance
con la reina Cleopatra.
Fulvia
murió ese mismo año, por lo que el pequeño Julo de sólo tres años pasó a vivir
con su padre y su nueva esposa, Octavia, hermana de su colega triunviral, que
lo educó junto a su hermano Antilo y al resto de sus hijos propios: tres de su
primer matrimonio con Cayo Claudio Marcelo y las dos hijas nacidas de su
matrimonio con Marco Antonio. Tras el divorcio de su padre con su bondadosa
madrastra, Antilo partió hacia Egipto con él mientras que Julo siguió viviendo
con Octavia, que lo quiso y trató siempre como uno más de sus hijos.
Supuesto retrato de Marco Antonio. Siglo I a.c. Roma. Museos Capitolinos
Tras el suicido de Marco Antonio y Cleopatra en el año 30 a .C., el futuro Augusto
mandó asesinar a su hermano Antilo y a Cesarión pues a pesar de su corta edad
ya eran hombres de pleno derecho. El primero tenía 16 años y el segundo 17. No
obstante, perdonó la vida de Julo aunque ya tenía 13 años, probablemente a
instancias de Octavia, que lo protegió especialmente, quizás conmovida por la
infortunada infancia del ahora adolescente Julo.
Precisamente gracias a Octavia, Augusto trató siempre al hijo
de Marco Antonio con gran consideración otorgándole importantes honores. En 21 a .C. lo casó con su sobrina
Marcela la Mayor ,
recién divorciada de Agripa e hija de Octavia. Así entró de pleno derecho en la
familia imperial, en la que quizás hasta ese momento se había sentido como un
intruso. Fue retratado incluso en el Ara Pacis Augustae junto a su
madrastra Octavia. Con Marcela tuvo tres hijos: Lucio y Cayo Antonio además de
Julia Antonia (Augusto y el Senado habían prohibido que ningún varón de la gens
Antonia volviera a llevar el praenomen Marco).
Julo Antonio, siguiendo a Octavia, acaricia la cabeza de Julia Menor en el Ara Pacis. 13-9 a.C.
Julo
accedió a las más altas magistraturas del Estado: fue pretor en 13 a .C., cónsul en 10 a .C. y procónsul en Asia en
7 a .C.
Apreciaba mucho a Augusto hasta el punto que Horacio dedica una Oda referida al
instante en que Julo intentó escribir un poema para cantar el regreso del
emperador desde la Galia : “El
que pretende, Julo, rivalizar con Píndaro, se confía en las céreas alas que
Dédalo inventó, para dar su nombre a las cristalinas olas. Como río que se
despeña del monte y engrosado por las lluvias extiende sus riberas, el gran
Píndaro hierve y se precipita con raudal profundo; siempre digno del laurel de
Apolo, ya siembre de voces nuevas sus audaces ditirambos en estrofas libres de
toda ley, ya ensalce a los dioses o a los reyes, progenie divina, por cuyo
valor fueron derribados los Centauros con justa muerte y apagadas las llamas de
la espantosa Quimera.
Ya
cante al atleta o al caballo vencedor, a quienes la palma de Elea equipara a
los inmortales, glorificándolos más que cien estatuas; ya llore la suerte del
joven arrebatado a la doliente esposa, y eleve a los cielos la fuerza, el valor
y las puras costumbres que las sombras del Orco son impotentes a oscurecer. El
cisne Dirceo en su pujante vuelo, ¡Oh Antonio!, consigue remontarse por encima
de las nubes; yo, al modo de la abeja de Matina, que liba con afán solicito el
oloroso tomillo, forjo humilde y laboriosamente mis canciones cerca del bosque
o los húmedos arroyos de Tibur.
Tú
cantarás con briosa inspiración las glorias de César (Augusto) cuando ceñido de
laureles conduzca los feroces sigambros por la cuesta sagrada del Capitolio;
nunca los destinos ni los benévolos dioses han concedido a la tierra príncipe
tan excelso y tan justo, ni podrían dárnoslos, aunque tornásemos a la Edad de Oro.
Después cantarás los días venturosos y el
júbilo inmenso de la ciudad, con el Foro cerrado a los procesos por la vuelta
tan deseada del invencible Augusto. Entonces, si mi voz merece ser oída, se
unirá con gusto a tus acentos, exclamando: “Oh día hermoso, día inolvidable que
nos devuelves a César!” y durante su marcha solemne los ciudadanos alborozados
prorrumpirán conmigo “ triunfo, triunfo!”, y levaremos nubes de incienso a los
benignos dioses”. (Odas. Libro IV. II).
Era conocida la afición de Julo a escribir poemas y su
fascinación por la cultura griega aunque no se ha conservado nada de lo que
escribió.
Sin embargo, por mucho que
estimara a Augusto, la sangre siempre tira a la sangre. Es difícil que Julo
hubiera olvidado todo el daño que le causó el Emperador, responsable de la
muerte de su madre, de su padre y de su hermano mayor. Así que cuando Julia, la
hija adorada del Príncipe se enamoró de él no desaprovechó la ocasión de
intentar vengarse.
Julo Antonio (Juan Diego Botto) y Julia (Vittoria Belvedere) en un fotograma de la serie Augusto, el primer emperador. 2004
Los dos jóvenes se habían criado juntos. Luego la vida los
llevó por diferentes caminos volviendo a coincidir ahora en los mismos
círculos, formados por intelectuales con ideas contrarias a las del Principado.
Se hicieron amantes al instante. Independientemente del amor que se tuvieran,
mientras que Julo comenzaba a albergar ideas monárquicas basadas en un
matrimonio con Julia, ésta probablemente sólo pensaba en divorciarse de Tiberio
y buscar un aliado para proteger a sus hijos Cayo y Lucio, aún muy pequeños, frente a la facción de Livia y Tiberio en
caso de que muriera Augusto. Por ello,
ambos se unieron a una conjura que pretendía acabar con la vida del emperador en
el 30 aniversario de la batalla de Accio, que tendría lugar el año siguiente (1 a .C.). Estarían claras las
connotaciones románticas que tendría para Julo tal objetivo: vengar la memoria
de su padre y recuperar su legado. Mientras que Julia casi con total seguridad
desconocería el objetivo último de la conspiración.
Descubierta
ésta, salieron a la luz todos los adulterios cometidos por Julia por lo que la
joven fue desterrada a la isla de Pandataria. Sus numerosos amantes fueron
condenados igualmente al exilio, salvo Julo Antonio que fue acusado de alta
traición y condenado a muerte. El joven siguió el camino de su padre y acabó
suicidándose. Este fue el triste epílogo para el último hijo varón de Marco
Antonio que seguía con vida (los hijos egipcios habían muerto en su infancia). Un final
sombrío para un año 2 a .C.
que había sido hasta ese momento tan glorioso. Augusto vivió con gran amargura
el doble dolor que le habían ocasionado en el propio seno de su familia.
Siempre he tenido está duda: El matrimonio entre Julo y Marcela, ¿Fue arreglado por Augusto, Octavia o fue la propia Marcela quién pidió casarse con él después de su divorcio con Agripa?
ResponderEliminarLas mujeres romanas tenían poca opinión, por tanto sería arreglado por Augusto, que sí respeto el deseo de Antonia de no volverse a casar tras la muerte de Druso. Un saludo
Eliminar¿Se sabe cómo se suicidó Julo Antonio?
ResponderEliminarNo se tienen más noticias. Imagino que se cortaría las venas que era el método que usaban los romanos para el suicidio. Un saludo
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