Augusto con corona cívica. Siglo I a.C. París. Museo del Louvre
Fuente: http://employees.oneonta.edu/farberas/arth/Images/109images/Roman/augustus/augustus_head_louvre.jpg
Tras asentar su
posición política en Roma, Augusto inició una gira por las provincias en lo que sería
una tónica habitual en su principado pues alternaba estancias en la capital con
otras en las regiones de su vasto imperio, en especial las provincias bajo su
tutela. El Príncipe quería conocer de primera mano la realidad de cada uno de
los rincones bajo su mando, supervisar el trabajo de sus legados para evitar
injusticias e intentar dar solución a los problemas que se encontrara en cada
una de ellas. Esto supone una innovación pues Augusto fue un gobernante muy
cercano y accesible que escuchaba a cualquiera que se acercara a él a
formularle una petición, independientemente de la condición social ya
fuera en delegación oficial o a pie de calle.
Así en 27 a .C, dejando en Roma a
Agripa y Mecenas a cargo de los asuntos de la ciudad, partió en un viaje que
duraría casi tres años en dirección a la Galia donde realizaría su primera parada. Iba
acompañado de Livia, algo muy poco usual entre las esposas de los altos oficiales
romanos. Nuevamente la emperatriz fue pionera en esto pues se sabe que acompañó
a su marido en la mayoría de sus viajes lo que a la vez le permitía
inspeccionar las propiedades que había ido acumulando por todo el Mediterráneo
y que ella misma gestionaba. Por ejemplo en la Galia poseía una mina de cobre. Del mismo modo
llevó con él a su sobrino Marcelo al que tomó bajo su directa tutela al igual
que César había hecho con él mismo poniendo especial atención en su educación y a su hijastro Tiberio, al que siempre
mantuvo en un segundo plano al no ser de su linaje, con la intención de que los
dos adolescentes fueran aprendiendo a servir al Estado.
Vercingetorix
rindiéndose a César en Alesia. Lionel Royer. 1899. Musée
CROZATIER du Puy-en-Velay
La presencia de Augusto en la provincia gala suscitó
el rumor sobre la culminación de la tarea que su padre adoptivo había dejado
inconclusa: la conquista de Britania. No obstante, desde el 54 a .C. las tribus principales
del sureste de la isla pagaban tributos a Roma y circulaban mercancías entre
los romanos y los habitantes de la isla.
El Príncipe, y a pesar de que los romanos aguardaban grandes conquistas, tenía
claro que su labor prioritaria era gobernar, dar estabilidad y prosperidad al territorio
ya conquistado antes que empeñarse en empresas grandiosas que trajeran más
muerte y desolación al mundo romano. Sólo haría la guerra contra aquellos que
desafiaran al poder de Roma y pusieran en peligro el equilibrio que pretendía
alcanzar. Y ese no era el caso de Britania que incluso le proporcionaba ingresos sin necesidad de
conquista.
Aprovechando su
estancia en la Galia ,
Augusto dividió la región en cuatro para una mejor organización administrativa:
la Galia Narbonensis
(con capital en Narbona), la Galia
Lugdunensis (con capital en Lyon), la Galia Aquitania (con capital en
Saints) y la Galia Bélgica
(con capital en Reims). Asimismo realizó un censo, algo muy habitual durante su principado; éste se
realizaba a través de los gobernadores y magistrados locales con la finalidad
de catalogar los recursos humanos y materiales, organizar la ciudad y
establecer los derechos y deberes de los ciudadanos (fiscales, militares y
políticos). Estos censos permitían establecer un sistema impositivo adecuado
y justo acorde con las posibilidades de cada zona.
Mapa de la Galia en el siglo I d.C.
La visita fue breve y
no dio para mucho más pues a finales de ese mismo año Augusto estaba en Tarraco
(actual Tarragona) para intentar poner fin a una serie de disturbios que se
estaban produciendo en el noroeste de Hispania.
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