"Nacerá troyano César, de limpio origen, que el imperio ha de llevar hasta el Océano y su fama a los astros. Julio, con nombre que le viene del gran Julo. Lo acogerás en el cielo cuando llegue cargado con los despojos de Oriente; también él será invocado con votos".
Virgilio, La Eneida , Libro I, 286.
Ofrenda floral ante la escultura de César en el Foro Julio. Roma 2010
Dos años después de su muerte, el 1 de enero del 42 a .C, Julio César fue oficialmente divinizado. Es el primer caso de divinización en el mundo romano, rito que deriva claramente de las costumbres de Oriente donde se ya se le consideraba un dios en vida del dictador.
Durante la celebración de los Juegos a Venus Genitrix y a la Victoria de César organizados en su honor por Augusto, apareció un cometa en el firmamento que estuvo brillando durante 7 días y que no desapareció hasta la finalización de los mismos. Dicho fenómeno natural (registrado en los libros de los astrónomos chinos) fue contemplado por una gran masa de gente que creyó sin discusión que era el alma de César que había sido llevada al cielo. Lo denominaron la stella crinita o Sidus Iulium y desde entonces adornó la frente de todas las esculturas del nuevo dios.
"Luce entre todas las glorias la estrella de Julio como brilla la luna entre las estrellas menores. ¡Padre y Guardián de la raza hunama, hijo de Saturno! Los hados te han dado el cuidado del gran César, que reina después de ti”. Así lo cantaba Horacio en Las Odas (Libro I, Oda Primera, XII).
El propio Augusto en un fragmento de su autobiografía, citado por Plinio en su Historia Natural (II, 93), se expresa de este modo: "En los mismos días de mis juegos, se vio un cometa durante siete días. Era claramente visible en todos los países. La gente creyó que esa estrella significaba que el alma de César era recibida entre los dioses inmortales, por lo cual una estrella fue agregada a la cabeza de la estatua de César que hace poco consagré en el Foro".
En el 29 a .C., Augusto consagró en el lado sudeste del Foro romano sobre el lugar donde fue quemado el cuerpo de César, el templo del divino Julio que sustituyó a la columna y al altar que le había decretado el Senado.
Reconstrucción del templo del Divino Julio
El templo, probablemente corintio como casi todos los templos del Foro, era hexástilo. Lo distinguía una peculiaridad: en lugar de una escalera frontal de acceso, presentaba dos escalinatas laterales, delimitadas por un muro que rodeaban el altar donde se había llevado a cabo la cremación.
Delante del pronaos tenía una tribuna para los oradores, la Rostra del divino Julio, que Augusto decoró con los mascarones de proa de las naves egipcias que había derrotado en Accio.
En el interior de la cella se colocó una estatua de César con la estrella sobre la frente, motivo que también se repetía en el frontón.
En la actualidad sólo se conservan algunos restos de la parte interior del podio y las ruinas del altar central, donde aún hoy se continúan realizando ofrendas al más grande general romano.
Restos del podio del Templo de César en el Foro. Roma 2013
Placa a la entrada del Altar del César. Roma 2011
"Colocaron los restos de César en el Foro, en la antigua Regia de los romanos.
Acumularon a su alrededor mesas, sillas y todo lo que de madera había por allí.
Encendieron el fuego y todo el pueblo permaneció junto a él rezando durante la noche. En aquel
lugar donde se erigió primeramente un altar ahora se alza el Templo de César, en el que es
venerado como un Dios". Apiano
Ofrendas en el Ara de César. Roma 2011
La divinización de César fue crucial para la propaganda del entonces Octavio, que pasó a ser conocido como divus filius (hijo del dios).
Moneda con el perfil de Augusto y el Sidus Iulium en el reverso
¡He quedado fascinada con este blog! Soy admiradora de las figuras de César y Augusto y este artículo ha sido de los mejores que he encontrado. Sería estupendo continuar profundizando en los temas de la apotheosis. ¡Muchas gracias y felicitaciones!
ResponderEliminarInteresante Saver más de la historia ya que por medio de ella encontramos muchas cosas que no se podían testificar
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