El objetivo de este blog es rendir homenaje a Augusto, el primer emperador romano durante el año en que se cumple el segundo milenio de su muerte, hecho que tendrá lugar el 19 de agosto de 2014. No pretendo hacer un mero glosario de fechas y hechos históricos, me interesan mucho más los sentimientos y mostrar a la persona que se esconde debajo del personaje histórico que siendo apenas un adolescente heredó el inmenso legado de Julio César y que supo llevar a buen fin, en una época extremadamente convulsa, las inmensas expectativas que el gran César puso sobre sus hombros y que culminaron en la Edad de Oro Augustea.
Foro de Augusto. Roma. 27-2 a.C. Roma 2013
El
pasado 18 de octubre comenzaron en Roma los actos de conmemoración de
dicha efemérides, al inaugurarse la magna exposición Augusto, que tendrá sus puertas abiertas en la
Ciudad Eterna hasta el 9 de febrero y que, con
posterioridad y desde el 19 de marzo al 13 de julio, se expondrá
en las Galeries nationales du Grand Palais de París. No obstante, la capital
italiana dedicará todo el año 2014
a glorificar
a su Príncipe, al hombre que la amó más que ningún gobernante anterior y cuyo
gran objetivo fue transformar la ciudad de ladrillo y barro que se encontró
(abandonada y devastada por los continuos disturbios y guerras civiles de los
últimos años de la
República) en
una ciudad de mármol, germen de la ciudad única que desde entonces ha
maravillado a toda la humanidad y que, probablemente, en la actualidad no
existiría si él no hubiera vencido a Marco Antonio en la
Batalla de
Accio en el 31
a .C.
Augusto fue el sobrino nieto
e hijo adoptivo del más grande de los romanos: Julio César. Falto del inmenso
carisma y la genialidad de su tío abuelo, su grandeza residió en haber sabido
reconocer sus carencias y aprovechar al máximo su enorme inteligencia e intuición
política. Aprendiendo de los errores que llevaron a César a su asesinato,
consiguió crear una nueva forma de gobierno, convirtiéndose en el primer gran
político de la historia que hizo de la propaganda a través del arte, las
letras y todos los medios a su alcance, un arma fundamental en su extenso
principado, siendo el emperador romano que más años ostentó el poder. Acabó
con las guerras civiles, pacificó el mundo romano, asegurando así la
prosperidad del imperio durante más de cuarenta años. Esto le permitió
cumplir su gran sueño: embellecer y dar perdurabilidad a una Roma que con
él comenzó a ser eterna. Hoy Roma no lo olvida y durante todo el año 2014
volverá a revivir el esplendor de su Edad Dorada de la mano de Cayo Julio César
Octavio Augusto, perpetuo Padre de la Patria.
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