“Se le consideraba emperador sólo por su supervisión de los asuntos
públicos, mientras que en todos los demás aspectos era democrático y vivía en
igualdad de condiciones que sus súbditos”.
Dión
Casio. Historia Romana, Libro LXV,
11, 1)
Tito Flavio Vespasiano. Siglo I d.C. Museo Pushkin. San Petesburgo
Tito Flavio Vespasiano
descendía de una familia del orden ecuestre que alcanzó el rango senatorial
durante la dinastía Julio-Claudia. Nació el 17 de noviembre del año 9 d.C. y
murió el 23 de junio del año 79.
Fue nombrado cónsul en
el año 51 y empezó a ganar fama como comandante militar, destacando en la
invasión de Britania al mando de la Legio II Augusta. En el año 66, Nerón lo
envío a Judea a poner orden en la zona debido a una revuelta surgida de las
tensiones entre griegos y judíos. Sus éxitos militares le hicieron granjearse
el favor de las tropas que lo proclamaron emperador el 1 de julio del año 69,
cuando contaba con 60 años de edad; fue corroborado por el Senado en diciembre
de ese mismo año tras vencer a Vitelio.
Retrato de Vespasiano. Siglo I d.C. Roma, Museos Capitolinos
Contrajo matrimonio con
Flavia Domitila, de origen africano y que consiguió la ciudadanía romana
después de nacer. Con ella engendró a sus tres hijos: Tito, Domiciano y
Domitila. Perdió a su mujer y a su hija antes de proclamarse emperador, pero no
volvió a casarse; en cambio reanudó sus relaciones con una antigua amante,
Cenis, liberta de Antonia (madre del emperador Claudio), a la que se consideró
como esposa legítima, aun cuando no se casó nunca con ella. Cenis acumuló una
gran riqueza e influencias, tanto que algunos pensaban que el emperador la
usaba para enriquecerse más.
De carácter sencillo,
nunca ocultó la mediocridad de sus orígenes. Según los historiadores clásicos
era de buen carácter y campechano, muy dado a acabar sus conversaciones con
algún dicho gracioso, pues era muy ocurrente. Le gustaban las bromas incluso si
iban dirigidas a su persona. También comentan que no era rencoroso ni propenso
a vengar las ofensas y enemistades. Además cuentan que era una persona muy
prudente.
El gran defecto que
todos destacan de él es su avaricia y tacañería. Instauró nuevos impuestos,
incluso uno que llamó mucho la atención sobre la orina. “Al reprocharle su hijo Tito que hubiera ideado incluso un impuesto
sobre la orina, le puso ante las narices la suma que había obtenido del primer
pago de este impuesto, preguntándole si le desagradaba el olor; y al responder
aquél que no, replicó “pues ha salido de la orina” (Suetonio. Vida del divino Vespasiano, 23, 3). Hay
que decir al respecto que los bataneros
y los curtidores empleaban la orina en su oficio, por lo que era muy requerida.
Además, continúa Suetonio que “esta
insaciable avaricia era innata en él, tal como se lo echó en cara un viejo
boyero que, al serle negada la libertad gratuita que le pedía entre súplicas
una vez llegado Vespasiano al poder, exclamó que una zorra podía cambiar de
pelo, pero no de costumbres” (Vida
del divino Vespasiano, 16, 3). Otra anécdota que cuenta al respecto Dion
Casio es que “cuando algunas personas
votaron para erigirle una estatua que costaba un millón, extendió la mano y
dijo: Dame el dinero, éste es su pedestal” (Historia Romana, Libro LXV, 14,
5). Continúa Dión Casio diciendo que “aunque
Vespasiano no mató a nadie por dinero,
sí salvó la vida de muchos que lo dieron” (Historia Romana, Libro
LXV, 14, 4).
Vespasiano. Siglo I d.C. Roma. Museo de las Termas
Fuente: Di Carole Raddato from FRANKFURT, Germany - Vespasian, from Minturnae (Minturno, Italy), 69-79 AD, Palazzo Massimo alle Terme, Rome, CC BY-SA 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=37882033
No obstante, también fue
generoso con quien debió serlo “extraordinariamente
liberal con todo tipo de personas, completó el censo a los senadores, concedió
a los consulares carentes de recursos un subsidio de 500.000 sestercios
anuales, reconstruyó, dotándolas de mejores condiciones, un gran número de
ciudades de todo el Imperio que habían sufrido los efectos de terremotos o de
incendios, y fomentó ante todo los talentos y las artes” (Suetonio. Vida del divino Vespasiano, 17).
Según Dión Casio vivió
muy poco en el Palacio Imperial y pasó su mayor tiempo en los Jardínes de
Salustio donde seguía reuniéndose con sus amigos y con cualquiera que quisiera
verlo, y otras veces acudía él a visitar a sus amigos íntimos. Igualmente
acudía con asiduidad al Senado y mantenía buenas relaciones con sus miembros.
Si no podía acudir, enviaba a alguno de sus hijos para que leyeran sus
comunicaciones. Igualmente se encargaba personalmente de impartir justicia en
el Foro.
En cuanto a su físico
según Suetonio era de talla proporcionada, robusto y su gesto parecía que
siempre estuviera haciendo un gran esfuerzo, como se aprecia en sus retratos, que a diferencia de los emperadores de la dinastía Julio- Claudia representan a un hombre no a un dios. Gozó de gran salud toda su vida.