miércoles, 28 de septiembre de 2016

La Administración de justicia

Augusto no introdujo grandes cambios en el sistema judicial. Desde los tiempos de la República, los crímenes cometidos en la península italiana se juzgaban en tribunales públicos de Roma, presididos por pretores o ex ediles; el magistrado que regía estos tribunales llamaba iudes quaestionis y el veredicto era pronunciado por jurados de iudices.
      Desde el año 70 a.C., los jurados provenían de tres sectores: los senadores, los equites (ciudadanos nacido libres y poseían un capital superior a 400.000 sestercios, y los tribuni aerarii, con un capital más bajo. Este tercer grupo fue abolido por Julio César. Augusto se empeñó mucho en confeccionar las listas oficiales de los que debían participar en los jurados, encontrándose con grandes dificultades para ello. Por ese motivo, tuvo que modificar el requisito de edad bajándola desde 35 años a 30. Augusto no ejercía un control directo sobre los tribunales salvo el voto Minerva que se le adjudicó en 30 a.C. y que le permitía perdonar a quienes los tribunales habían condenado.
El Príncipe creó dos nuevos tribunales criminales compuestos por los cónsules, el Senado y el propio Augusto. Uno era el consular y otro el imperial. Éstos eran de jurisdicción voluntaria, es decir, el acusador solicitaba a los cónsules o al emperador que aceptaran las causas, y tanto Augusto como los cónsules podían negarse a ello. Este tribunal se dedicaba a juzgar delitos políticos, crímenes comunes llevados a cabo por senadores y las esposas de éstos. El tribunal imperial tenía un campo de acción más amplio.
Augusto también instauró otro tribunal criminal menor: el tribunal del prefecto de la ciudad que se ocupaba de delitos menores, en los que se veían afectados casi siempre ciudadanos humildes, extranjeros y esclavos.
Durante la República la pena de muerte había sido eliminada para los ciudadanos que cuando cometían crímenes capitales eran enviados al destierro a una ciudad extranjera, sin perder sus propiedades. En 12 d.C., Augusto recrudeció las penas; a los desterrados no se les permitía exiliarse en una ciudad en tierra firme ni en ninguna isla a menos de 50 millas de la costa, salvo Cos, Lesbos, Rodas y Cerdeña.


Augusto pretor, impàrte justicia. Siglo I a.c. París. Museo del Louvre

En las provincias la jurisdicción criminal era ejercida por el gobernador que actuaba con su consilium; el gobernador no podía aplicar un castigo capital a un ciudadano romano, sino que tenía que remitirlo a Roma. En 6 a.C. encontramos también tribunales compuestos por jurados, lo mismo que los iudicia publica creados para administrar una justicia mejor para los ciudadanos de la provincia.
       Por su parte, la justicia civil en Italia, salvo los de importancia menor juzgados por los magistrados de la ciudad, eran tratados primero por el pretor urbano de Roma, quien después de discutir el caso con los litigantes o su abogado redactaba una fórmula en la que definía los puntos legales y nombraba a uno o varios ciudadanos privados para juzgar la causa y dictar sentencia. En las provincias era el gobernador el que aceptaba la causa siguiendo el mismo procedimiento que en Italia. 



Reconstrucción de la Basílica Julia, lugar donde administraba justicia. Siglo I a.C. Roma.

       El propio Augusto ejerció jurisdicción civil en primera instancia. Parece que los que llegaban a él eran personas que no podían obtener solución de los edictos del pretor.
 Augusto también introdujo algunas novedades en relación al nombramiento de jueces, capacitados tanto para actuar en los jurados criminales como en los civiles. En 4 d.C., el emperador creó una cuarta decuria con un requisito de capital menor para juzgar causas más  insignificantes.
       En cuanto a las formas de apelación, existía una muy arcaica: el litigante podía alegar ante el tribuno de la plebe. o ante un magistrado de igual o superior puesto. En las provincias la única forma de alegar era solicitar la revocatio Romae. Y es en esta parcela en la que encontramos la modificación más importante que Augusto introdujo en el sistema judicial: a partir de ahora podía apelarse no sólo ante los magistrados, sino ante los iudices privati, tanto en Italia como en las provincias. La mayoría de alegaciones se hacían ante el propio Príncipe, aunque cuando llegaron a aumentar considerablemente, tuvo que delegar en otros. Augusto consiguió así remediar muchas injusticias y modificar muchas sentencias erróneas.

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Política Financiera del Principado

Augusto reorganizó la administración financiera del imperio Romano. En las Res Gestae Divi Augusti aporta abundante información sobre cuánto gastó en fines públicos, puntualizando que en muchas ocasiones usó su propio dinero para ello. En su autobiografía asegura que además de los numerossos edificios que mandó construir, de los juegos que patrocinó y de las donaciones realizadas para ayudar a ciudades que habían sido devastadas por el fuego o terremotos, gastó 2.400 millones de sestercios (unos 3.000 millones de euros) en la plebe romana, en el licenciamiento de soldados y en ingresos al tesoro. Hay que recordar que su inmensa riqueza personal provenía de lo heredado de la gens Octavia junto a la de su padre adoptivo, César. A ello se suman los cuantiosos legados y herencias donados a su nombre por hombres ricos. Del mismo modo creó el ficus Caesaris (un tesoro público controlado exclusivamente por el emperador.

Augusto como magistrado. Siglo I d.C. París. Museo del Louvre

Sus Reformas económicas tuvieron una gran influencia sobre el éxito posterior del Imperio. Además de fijar un sueldo estable para los soldados asignó igualmente un salario para los senadores y también para el resto de magistrados, creando de alguna manera una administración pública dependiente del Estado.
Hizo que una gran parte del territorio del Imperio romano pasase a estar bajo control e imposición directa de Roma. La medida aumentó considerablemente los ingresos que Roma percibía de los territorios conquistados regularizando el flujo entre la capital y las provincias. Por otro lado pretendía que las riquezas fueran equitativamente repartidas con las provincias, para que éstas pudieran sentirse parte del Imperio y no población sometida.
Por otro lado, abolió los antiguos impuestos: el stipendium (contribución fija y arbitraria), el diezmo y los derechos de pastoreo. Creo otros nuevos como el aerarium militare (para afrontar el licenciamiento de los soldados).
 Los tributos en época de Augusto iban en función del censo de población, con cuotas fijas para cada provincia en función del número de habitantes. Los ciudadanos de Roma e Italia pagaban impuestos indirectos, mientras que las provincias pagaban impuestos directos. Había dos impuestos: el tributum capitis (pagado en algunas provincias por todos los adultos, y otras sólo por los varones) y el tributus soli (impuesto sobre las tierras y otros bienes materiales).
Otra reforma importante fue la abolición del sistema privado de recolección de impuestos que ejercían los publicanos (contratistas privados que habían llegado a acumular suficiente poder para influir en política) que sería reemplazado por un sistema público de carácter funcionarial de recaudadores de impuestos. Los publicanos se quedaban con todo lo que pudieran recaudar por encima de lo establecido, por lo que al eliminarlos Augusto creó un sistema más justo y regularizado, aunque siguieron existiendo otros impuestos como los derechos de aduana, más imprevisibles.
A su vez, en las provincias adjudicó un sueldo fijo a los gobernadores para evitar los abusos.

Rutas comerciales en la Antigua Roma

Del mismo modo, promovió el renacimiento del comercio y de la industria a través de la unificación del área mediterránea, acabando por completo con la piratería y mejorando la seguridad a lo largo de las fronteras y en las provincias. A ello contribuyó también la creación de una red viaria con un gran nivel de manutención pues su cuidado era llevado a cabo por generales que debían restaurarla con la plata de su botín, lo que dio lugar al origen de los curatores viarum, repartidos por Italia y en las provincias.
Asimismo, instauró nuevos puertos comerciales y novedosas infraestructuras en los mismo como faros, muelles, etc. Financió también excavación de canales y exploraciones a tierras lejanas, a veces de carácter militar y otras veces comercial. 
Igualmente, entre los años 23 y 15 a.C. reorganizó el sistema monetario, fijando la distribución de la moneda áurea en 25 denarios de plata y en 100 sestercios, lo que permaneció casi inalterable durante dos siglos.


Áureo de época de Augusto

Resulta incierto confirmar si Augusto rendía cuentas de las asignaciones recibidas. Constitucionalmente no tenía obligación de hacerlo, pero si damos fe a las palabras de Suetonio probablemente lo haría: "Cayo (Calígula) publicaba las cuentas que Augusto solía hacer públicas, pero que Tiberio dejó de hacer conocer" (Vida de Calígula, 16,1).

miércoles, 14 de septiembre de 2016

La guardia pretoriana


Guardia pretoriana. Relieve de la columna de Trajano. 114 d.C. Roma.


          La guardia pretoriana era la unidad de élite del ejército romano. Aunque ya existía en tiempos de la República como escolta de algunos líderes militares, fue creada de manera permanente por Augusto en torno al año 27 a.C. a partir 9 cohortes, formada cada una por 480 hombres más unos 100 jinetes llamados equites pretoriani. Se encargaban principalmente de custodiar al emperador, tanto dentro de la ciudad de Roma como en los viajes que éste realizaba. En el siglo II d.C. se aumentó a mil el número de integrantes de cada cohorte.
Los guardias pretorianos tenían muchas más ventajas que el resto de los legionarios de ahí que muchos quisieran ingresar en sus filas. No sólo el sueldo era superior (a finales del gobierno de Augusto un pretoriano cobraba 3.000 sestercios frente a los 900 que cobrara un legionario) sino que ingresaban numerosos donativos extraordinarios tanto cuando se nombraba un nuevo emperador como por campañas victoriosas o celebraciones especiales. Por ejemplo, en su testamento Augusto legó 1.000 sestercios a cada pretoriano frente a los 300 que dejó a cada legionario.


Recreación de un pretoriano del Siglo I
Fuente: De Greatbeagle - Trabajo propio, CC BY 3.0, 

Además, al estar acuartelados en Roma los pretorianos no tenían que pagar el suministro de trigo, que sí se detraía del estipendio del legionario. Igualmente, a los pretorianos se les proporcionaban sus armas y al cuerpo de caballería, incluso los caballos y el alimento para éstos, sin coste alguno. También los años de servicio eran menores, 16 en lugar de 20, y gozaban de ventajas judiciales tales como derecho a ser juzgados dentro de su campamento y el derecho de juicios más rápidos cuando eran ellos los demandantes. Asimismo, al jubilarse recibían tierras libres de impuestos o una cantidad de dinero que en el año 6 d.C. Augusto estipuló en 20.000 sestercios.


Estela funeraria del pretoriano Pomponio Próculo. L’Aquila. Museo Nacional de los Abruzzo

Sin embargo, al igual que los legionarios los pretorianos debían ingresar una parte de su sueldo en las arcas de la unidad, así como la mitad de los donativos recibidos, que posteriormente se le devolvían cuando se licenciaban. Del mismo modo tenían prohibido el matrimonio legal durante los años de servicio.
Los candidatos a guardia pretoriano debían ser ciudadanos romanos entre 17 y 20 años, ostentar una buena forma física y una altura mínima de 1,75 metros, aunque era imprescindible una buena carta de recomendación. Hasta el siglo II d.C. los reclutas procedían principalmente de la parte central y septentrional de Italia, de Hispania, Macedonia y Nórico. A partir del siglo III los pretorianos se reclutaban entre los soldados de las legiones acantonadas en las fronteras del Imperio.



Guardia pretoriana. Relieves del arco de Claudio. Siglo I d.C. París. Museo del Louvre

A su mando estaban normalmente dos prefectos del pretorio, que pertenecían generalmente al orden de los caballeros, con gran experiencia militar. Esta figura llegó a acumular mucha influencia y poder, convirtiéndose en ocasiones en los principales consejeros del emperador, como Lucio Elio Sejano con Tiberio o Sexto Afranio Burro primero y Cayo Ofonio Tigelino después con Nerón. Del mismo modo se convirtieron a veces en figuras determinante a la hora de nombrar un nuevo emperador como el caso de Nevio Sutorio Macrón que ayudó a Calígula en su ascenso al poder o el famosísimo caso de Claudio investido emperador por la guardia pretoriana a pesar de la oposición del Senado que ansiaba regresar a la República.
Los pretorianos vivían en el Castra Praetoria, que en tiempos de Tiberio, en el 23 d.C. se trasladó a uno de los lugares más altos del noreste de Roma en las cercanías del monte Viminal. Estaba rodeado por murallas de 3,5 metros de altura jalonadas por torres con una capacidad para 12.000 hombres. Delante del campamento había un campo de entrenamiento que servía también para ceremonias religiosas y desfiles militares.



 Porta Praetoria. Restos de la Castra Praetoria. Siglo I d.C. Roma
Fuente: De No machine-readable author provided. Joris assumed (based on copyright claims). - No machine-readable source provided. Own work assumed (based on copyright claims)., Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=768457

Una vez superado el entrenamiento, el pretoriano tendría que asumir las múltiples funciones derivadas de su puesto. La principal de éstas era la protección del emperador tanto en su palacio como en sus desplazamientos. Cada día una cohorte con sus centuriones y tribuno al mando se dirigía hasta el Palatino. Durante el servicio en Palacio los pretorianos vestían una toga, en cuyos pliegues llevaba una daga oculta. También acompañaban al César en sus desplazamientos fuera de Roma, incluso de enviaba un destacamento que fuera por delante para explorar la ruta. Acompañaban incluso al emperador en su viaje fúnebre. Por ejemplo, el cuerpo de Augusto fue trasladado hasta las puertas de Roma por 40 pretorianos.
No obstante, la guardia pretoriana era también una verdadera fuerza militar. El emperador cuando entraba en campaña les ordenaba acompañarlo o enviaba un destacamento para guiar sus pasos.
De los vestigios arqueológicos se desprende que el equipamiento de los pretorianos era similar al del resto de legionarios si bien llevaban motivos específicos en sus escudos como el rayo alado, la luna, las estrellas o el escorpión, signo zodiacal de Tiberio. Sus portaestandartes llevaban enseñas con las efigies de los diferentes emperadores y eran cubiertos por una piel de león.


Estandarte de la guardia pretoriana

martes, 6 de septiembre de 2016

El ejército en tiempos de Augusto

Uno de los grandes logros de Augusto fue el haber creado un ejército profesional y permanente, como culminación de una iniciativa comenzada ya en los tiempos de la República y perseguida por Julio César. En relación a esto cabe reseñar que en los orígenes las legiones se formaban para una determinada guerra y se disolvían una vez acabada ésta. No obstante, los hombres se reenganchaban en cada ocasión hasta llegar algunos a muy avanzada edad.


Legionario en tiempos de Augusto
Fuente: Di Antoine Glédel - Opera propria, CC BY-SA 3.0,

Después de la batalla de Accio (acaecida en 31 a.C), Augusto conservó 28 de las 50 legiones que tenía bajo su mando (reuniendo las suyas propias y las de Marco Antonio). Estas 28 se convirtieron en cuerpos estables, que se reforzaban cada vez que disminuía el número de individuos.
Las legiones se numeraban del I al XXII, pero cuatro números estaban duplicados (la IV, la V, la VI y la X); además la número III aparecía triplicada, lo que indica que Augusto tenía en Accio dos legiones con ese número (una tomada de Lépido seguramente en 36 a.C. y la tercera la que heredó de Antonio tras la derrota de éste). No obstante, todas tenían además nombres que las identificaban, por ejemplo la IV Macedónica, la III Augusta o la X Gémina.
Desde el principio se estableció un período de servicio. Primero fue de 16 años y a partir de 6 d.C., de 20 años. Esta ampliación fue una medida para intentar solucionar el grave problema de las pagas de licenciamiento. Desde que Cayo Mario a finales del siglo I a. C. comenzara a reclutar legionarios entre los campesinos sin posesiones, éstos comenzaron a demandar tierras en compensación cuando se licenciasen. El Senado siempre se opuso a ello, siendo los generales los encargados de intentar satisfacer dichas demandas lo que abría graves crisis cada finalización de un conflicto bélico.



Aguila legionaria en un relieve funerario. Siglo I d.C. Brescia. Museo di Santa Giulia
Fuente: De Giovanni Dall'Orto. - Trabajo propio, Attribution,

Por su parte, la paga de licenciamiento de cada legionario fue fijada en 3.000 denarios en 5 d.C., lo que equivalía a más de 13 años de paga de un soldado (anualmente percibía unos 225 denarios destinado a cubrir todos los gastos del soldado, desde manutención a equipamiento). Durante los primeros 30 años de su Principado, Augusto pagó de su propio dinero el enorme gasto de establecer a los veteranos, lo que políticamente le resultaba muy ventajoso pues los soldados sabían que su bienestar dependía del emperador y de ahí que su lealtad fuera incondicional. Sin embargo, la carga financiera a soportar era demasiado grande incluso para el dueño del mundo por lo que acabó transfiriéndola al Estado, creando una Tesorería especial soportada por nuevos impuestos. De alguna manera el mundo romano y, en especial, Augusto fueron el precursor de las pensiones de jubilación.
Estas mejoras, y salvo desastres bélicos puntuales como el de Varo hicieron innecesario el reclutamiento  forzoso de efectivos. Las legiones de Augusto estaban formadas casi exclusivamente por voluntarios, generalmente hijos de veteranos.
En cuanto a la procedencia de los solidados, las legiones occidentales estaban formadas prácticamente al completo por hombres reclutados en Italia o puntualmente en alguna de las provincias mediterráneas. Todos debían ser ciudadanos romanos. Al contrario, en Oriente era muy habitual que las legiones estuvieran integradas por individuos oriundos de la zona donde ésta estuviera acantonada. 



Disposición de una legión manipular en el campo de batalla
Fuente: De Filipo - Derivative work. Translation of Image:Romerska maniplar.png, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2690513

A fin de incrementar el número de voluntarios Augusto  confirió a los soldados algunos privilegios legales sin precedentes, cono el peculium castrense (suponía la independencia económica del soldado a pesar de que aún viviera su progenitor, lo que iba en contra de la autoridad legendaria del Pater Familiae) y el testamentum militare (el testamento de un soldado tenía validez a pesar de que contuviera errores técnicos, siempre que se dedujera claramente su intención).
No obstante, otra de las medidas de Augusto fue menos popular, la prohibición de que los soldados contrajeran matrimonio y la anulación del mismo en caso de que ya estuvieran casados. Sin embargo no afectó al reclutamiento pues los soldados se seguían casando aunque sus hijos eran considerados ilegítimos. Realmente aunque no fue la intención del emperador esto incrementó los alistamientos para conseguir la ciudadanía romana por parte de estos hijos bastardos. La verdadera motivación de Augusto alejando a mujeres y niños de  los campamentos miliares fue conseguir una mayor efectividad.
              Otra de las grandes creaciones de Augusto fue la de la Guardia Pretoriana como cuerpo permanente. En la urbe permanecían también las cohortes urbanas y las cohortes de voluntarios y de reclutas de libre nacimiento y liberto, que surgieron después de la derrota de Varo en el Bosque de Teutoburgo y que también se convirtieron en fuerzas estables.


Guardia pretoriano en época de Augusto. Siglo I d.C. Berlín. Museo de Pérgamo.
Fuente: De Albert Krantz - Trabajo propio, Dominio público, 


              Igualmente, el emperador que jamás dejaba nada al azar, creo una caballería permanente. Éste ala había sido siempre el más débil de los ejércitos romanos por lo que se habían compuesto desde finales de la República por contingentes extranjeros enviados por reyes clientes o ciudades libres o reclutados en las provincias; siempre para una guerra concreta y disueltas cuando ésta finalizaba. Estas tropas en tiempos de Augusto eran dirigidas por tribunos y perfectos ecuestres, aunque en ocasiones lo hacían por sus propios jefes locales.
              Otra gran innovación del primer emperador en cuanto a la estructura militar del Imperio fue la creación de dos flotas permanente con bases en Rávena y Miseno. Éstas eran mandadas por prefectos ecuestres, por lo general ex tribunos de las legiones. Los marineros eran principalmente hombres libres de las provincias, sobre todo egipcios para la flota de Miseno y dálmatas para la de Rávena. Sin embargo los capitanes eran siempre libertos o esclavos de Augusto. Este también creó algunas flotas menores en las provincias.


Flota romana en la batalla de Accio. Relieves Medinaceli. Siglo I d.C. Córdoba. Colección de la duquesa de Cardona

              En general el ejército se mantenía satisfecho con las condiciones de Augusto, a pesar de lo cual se generaron motines a su muerte, siendo el principal motivo de queja el prolongado tiempo de servicio, por lo que Germánico (el nieto adoptivo del emperador del Príncipe) lo rebajó a 16, algo que Tiberio volvió a anular con posterioridad sin que se dieran nuevos motines.